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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Superiberia

por: CATÓN   / columnista

El padre Arsilio estaba confesando

Llegó una voluptuosa morena de esculturales formas, bien puesta de pitones, si me es permitido ese símil tauromáquico, y dueña de exuberante nalgatorio.

“Acúsome, padre -dijo-, de que cuando veo a un hombre, cualquier hombre, siento el deseo de que me haga el amor tres veces seguidas”. “Hija –suspiró el buen sacerdote-. Tendrás que ir a otra parroquia.

Yo ya no te las completo”… Rosibel y su marido se divorciaron.

Una amiga le preguntó por qué. Ella le respondió, molesta: “¿Te gustaría vivir con una persona irresponsable, que tuviera el vicio del juego, que todas las noches se saliera de la casa para ir a los antros y que para colmo te pusiera el cuerno?”. “Claro que no” –contestó la amiga. Declaró entonces Rosibel, mohína: “A mi esposo tampoco le gustó”… Pepito le dijo a su primo Macarito: “Yo tengo 5 años. ¿Cuántos tienes tú?”. Manifestó el pequeño: “No lo sé”. Le preguntó Pepito: “¿Ya te atraen las mujeres?”. Contestó el niño: “No”. Le informó Pepito: “Entonces tienes 4 años”… Hubo una zacapela en la zona roja del pueblo.

El Juez interrogó a una de las suripantas: “¿Vio usted cuando el acusado le clavó la navaja al herido en la trifulca?”. “Sí lo vi, señor Juez –respondió la mujer-. Pero no se la clavó en la trifulca: se la clavó entre la trifulca y el ombligo”… Doña Macalota, la esposa de don Chinguetas, tenía una criadita a la que apreciaba mucho, de nombre Famulina.

Un día la muchacha le anunció que se iba. “¿Por qué?” –le preguntó consternada doña Macalota. Explicó la criadita: “Hallé una casa donde los hombres me van a pagar por hacerme lo mismo que el señor me hace aquí de gratis”…

Un indocumentado mexicano logró cruzar el río Bravo y se internó en Texas. Le envió un mensaje a su mujer. “Ya llegué a Dallas”. Con otro mensaje contestó ella: “Manda dinero. Yo también ya estoy llegando a lo mismo”… Rosilita, equivalente femenino de Pepito, le dijo a su papá: “Ya sé por qué las mujeres tenemos mucho cabello”. “¿Por qué?” –quiso saber el padre. Contestó Rosilita: “Para poder engañar a los hombres”. “¡Cómo! –se azoró el señor-. ¿Por qué dices eso?”. Explicó la niña: “Oí que mi tía Pisca le contó a mi mami: ‘Estaba con mi novio en la recámara y llegó mi marido. Mi novio se escondió en el clóset, y cuando Cornuto se durmió pudo salir sin que él se diera cuenta.

¡Me salvé por un pelito!’”… Un individuo subió al autobús.

Llevaba en los brazos a dos lindos bebés. “¡Qué hermosos niños! –lo felicitó una pasajera-. ¿Son sus hijitos?”. “No, señora –respondió malhumorado el tipo-. Trabajo en una fábrica de condones, y estas criaturas son reclamaciones”…

Llegó un tipo al infierno y preguntó por su esposa. “Aquí no hay mujeres –le informó Lucifer-. Todas se van al cielo”. “¿Ah sí? –dudó el recién llegado-.

Y esos cuernos tuyos ¿qué? ¿Te los compraste en el supermercado?”… “Mi padre mantiene dos esposas”. “¿Es bígamo?”. “No. Mantiene a la suya y a la mía”…

En el antiguo manicomio de La Castañeda dos locos se tomaron a golpes porque ambos decían ser Napoleón Bonaparte.

El director los amonestó. Les dijo: “Éste no es lugar para hacer locuras.

No toleraré otro pleito entre ustedes. Dialoguen; pónganse de acuerdo y determinen cuál de los dos es Napoleón”. Pasó media hora, y uno de los locos regresó a la oficina. Le informó al director: “Hemos llegado a un arreglo. En adelante el otro será Napoleón. Tiene un poder bárbaro de convencimiento”. Preguntó el director:

“¿Te convenció de que él es Napoleón?”. “No sólo eso –respondió el orate inclinando púdicamente la cabeza-. También me convenció de que yo sea Josefina”… FIN.

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