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De política y cosas peores

Superiberia
  • Por CATÓN / columnista

La cita tuvo lugar en el departamento de ella. A la hora de la verdad él se mostró remiso a la amorosa acción. Le preguntó la chica: “¿Qué te pasa?”. Explicó el muchacho: “Hoy en la mañana introduje la llave en la puerta de mi casa y se quedó atorada. Luego introduje la llave en la puerta de mi coche y se atoró también. En la oficina introduje la llave en la cerradura de mi escritorio e igualmente se quedó atorada. Ahora me da miedo introducir algo más”… Por fin se escuchó fuerte la voz de Carlos Salazar, representante de los empresarios. En alusión a las acciones del gobierno contra la subcontratación u outsourcing pronunció una expresión muy expresiva: “¡No jodan!”. Acerca de aquel tema sé muy poco. La verdad es que acerca de todos los temas sé muy poco. Entiendo, sin embargo, que esa forma de contratar es de gran beneficio para las empresas, tanto que algunas no podrían subsistir sin ella. Igualmente he oído decir que el outsourcing favorece la creación de empleos. Me gustaría saber si también beneficia a los trabajadores. En mi opinión es indebido e ilegal todo aquello que prive a los obreros de sus legítimos derechos: un salario justo, las prestaciones que la ley otorga, el reparto de utilidades, etcétera Es a la luz de esa justicia y esa legalidad como se ha de valorar todo lo relacionado con la subcontratación. Desde luego, como dijo con razón Salazar Lomelín, no se debe cortar el árbol sólo por una manzana podrida. Pero habrá que ver si no están podridas todas las manzanas, si el outsourcing no es desde el principio una manera de evadir las leyes que protegen a los obreros contra los abusos de los empleadores que no tienen conciencia de humanidad y de responsabilidad social y que cuidan sólo sus ganancias. Jamás olvidaré al licenciado Felipe Sánchez de la Fuente, rector que fue de la Universidad de Coahuila. Fue él quien me dio mi primer puesto universitario. Era yo todavía un estudiante cuando me ofreció la Dirección de Cultura de la casa de estudios. Me asustó el inesperado ofrecimiento. Le dije con sinceridad: “Señor rector: no sé si pueda yo con el cargo”. “¡Cómo no va a poder, compañero! –exclamó él-. ¡Nació usted en la calle de Santiago!”. Mi mayor mérito a sus ojos era haber nacido en la misma calle donde nació él. A lo que voy es a decir que el licenciado Sánchez de la Fuente, hombre de elevado pensamiento y generoso corazón, se oponía terminantemente al uso de la frase “mercado de trabajo”. Afirmaba que el trabajo no es una mercancía: es una extensión de la persona humana, por lo cual se debe tratar con respeto y dignidad al trabajador y a su trabajo. ¿Existe eso en la subcontratación, o dicha forma de empleo está viciada de origen? No puedo responder a la pregunta. Ignoro entonces a quién debe aplicarse con mayor razón aquella frase: “¡No jodan!”… “Soy el mejor vendedor del mundo” –le dijo al dueño de la tienda el tipo que buscaba empleo. “Lo pondré a prueba –le indicó el jefe-. Mire usted: hace un mes compre mil corsés. Salga a venderlos”. Preguntó el sujeto: “¿Qué es un corsé?”. Le explicó el comerciante: “Es una prenda interior hecha con barbas de ballena que usan las mujeres para ceñirse la cintura y que se les vea como de avispa”. Salió el vendedor llevando consigo una muestra del artilugio. Regresó una semana después y le informó al de la tienda: “No conseguí vender ni un solo corsé. En todas partes me dijeron que el corsé dejó de usarse hace más de un siglo”. El comerciante se atufó: “¿No dijo usted que es el mejor vendedor del mundo?”. “Ahora soy el segundo –replicó el sujeto-. El primero es el que le vendió a usted los mil corsés”… FIN.

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