- Por CATÓN / columnista
“Satirio es pederasta”. Eso le dijo un amigo a Babalucas. Respondió con enojo el tonto roque: “¿Cómo puede ser pederasta? ¡Ni siquiera terminó la secundaria!”… Un tipo le comentó a su esposa: “Fui a una conferencia sobre eyaculación prematura, pero cuando llegué ya había terminado”… La mamá de Pepito estaba cocinando unas deliciosas rajas de chile con queso. Le preguntó el chiquillo: “¿Qué estás haciendo?”. Contestó la señora: “Rajas”. Prometió Pepito: “No rajo”… Astatrasio Garrajarra y Empédocles Etílez, alcohólicos nada anónimos, acertaron a entrar en el zoológico. Ambos iban en completo estado de ebriedad. Al pasar frente a la jaula del león éste les rugió, amenazador. Empédocles le dijo a su contlapache: “Tú síguele; yo me quedo a ver la película”… Una chica le preguntó a otra: “¿No te resulta un poco incómodo eso de llamarte Virgen?”. “Sí –admitió la interrogada-. Sobre todo porque me apellido Loera”… Dulcibel le confió a Susiflor: “Mi novio Pitorrango no tiene experiencia en materia sexual, pero anoche empezó a hacerme caricias atrevidas”. Susiflor se escandalizó: “Y ¿lo pusiste en su lugar?”. “No –precisó Dulcibel-. Lo puse en el mío”… Las dictaduras son proclives a la grandilocuencia. Para muestra basta un Mussolini. Preocupa por eso que la 4T empiece a usar expresiones altisonantes en su lenguaje oficial. Eso de acusar a alguien de traición a la patria es cosa que no puede tomarse a la ligera. Quienes forman parte del régimen actual deben ser más cuidadosos con el empleo que hacen de las palabras, sobre todo de los términos jurídicos, pues esa frase, “traición a la patria”, tiene connotaciones sumamente graves. Palabras mayores son que no han de decirse al ahí se va. “Tantéyate, Laureano”, le sugirió la esposa del pintoresco personaje a su marido, pues éste volteó a ver el kiosco de la plaza cuando alguien le preguntó de qué tamaño había sido el pastel que se sirvió en una boda de postín. Causa inquietud oír una acusación oficial de traición a la Patria. Ahora se le hace a un político; mañana cualquier opositor o crítico del Presidente podría ser tachado de traidor a México. Recuerdo el uso que en los tiempos de la dominación priista se hizo del infame delito llamado de disolución social. Empezar a hacer acusaciones de traición a la patria equivale a implantar un ambiente de temor en la ciudadanía. Muchos motivos de inquietud y alarma hay ya en el país como para añadirle otros. No dudo que el tal Videgaray haya incurrido en irregularidades de todo orden y aun quizá en delitos graves que merecen castigo en caso de ser comprobados, pero de ahí a acusarlo de traición a la Patria hay gran distancia. Ojalá los funcionarios del actual gobierno sean más cautos en el manejo de las palabras. Si no las usan con prudencia se enredarán en ellas. Mejor tantéyense… Llorosa y tribulada la linda Loretela le dijo a don Sinople, su papá: “¿Verdad, papi, que el honor de la familia ha ido pasando de generación en generación?”. “Así es, hija mía” –respondió el linajudo caballero. Le informó Loretela, compungida: “Pues en ésta se detuvo”… “Tengo un par de gemelas –declaró un señor-. Se llaman Estrella de la Paz y Reina de la Paz. Mi esposa y yo nos íbamos a divorciar, pero mejor hicimos las paces”… La mamá de Firolito, joven inexperto, habló muy preocupada con su hijo: “¿Es cierto lo que dicen las vecinas, que te vas a casar con Taisia?”. “Sí ’amá –confirmó el mancebo-. Y muy pronto”. “¿Cómo es posible? –exclamó consternada la señora-. ¡Por esa muchacha ha pasado todo México!”. Preguntó muy interesado Firolito: “¿La ciudad o el estado?”… FIN.