- Por CATÓN / columnista
Galactina, mujer joven y guapa, tenía tetamen abundoso, magnificente, opimo. Cierto día acudió a una fiesta luciendo un collar de perlas que le caían sobre el pecho. En esa reunión estaba Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne. Se dirigió de inmediato a Galactina y le dijo con meloso acento: “Señorita: ¿me permite poner en su collar mi oído? Me han dicho que en las perlas se escucha el rumor del mar”… (Nota. Mentía el salaz sujeto. No es en las perlas donde se oye el oleaje del océano: es en los caracoles marinos. ¡Ah, de cuántos artificios se valen los malvados para dar satisfacción a su lascivia!)… A aquel tipo le gustaba tanto la música que ponía la oreja en la cerradura de la puerta del baño cuando una linda chica estaba cantando bajo la ducha… Don Algón, ejecutivo de empresa, se enteró de que el empleado Ovonio era incumplido: llegaba tarde a la oficina, dormía en su escritorio y se iba a su casa antes de la hora de salida. Lo llamó por el sistema de intercomunicación y le anunció: “Ovonio: le voy a bajar el sueldo”. “No se moleste, jefe –contestó el cínico sujeto-. Yo subiré a recogerlo”… En el zoológico la niñita le preguntó a su madre: “Mami: ¿cómo hacen a sus bebés los leones?”. “No sé, hijita –respondió la señora-. Casi todos los amigos de tu papá son rotarios”… Se dice que López Obrador es un político hábil. Seguramente lo es, pues logró que 30 millones de mexicanos le dieran su voto, si bien muchos de ellos están ya arrepentidos de haberlo hecho. No se explica entonces el error político que cometió al recibir a Jaime Bonilla, su protegido, gobernador morenista de Baja California, al mismo tiempo que se negaba a dialogar con los 10 gobernadores que le piden la entrega de los recursos que legítimamente corresponden a sus estados. Al hacer eso el Presidente dejó ver una vez más su preferencia por los gobernadores pertenecientes a su partido, favoritismo que contrasta con la inquina que muestra a los que respetuosamente, pero con energía, protestan por las medidas del gobierno federal que dañan a sus estados y sus habitantes. Ante ellos AMLO dice proteger la investidura presidencial, que ciertamente no cuidó cuando descendió de su vehículo para ir a saludar a la señora madre de un narcotraficante, o cuando pidió disculpas por haber mencionado por su apodo a otro, y menos aun cuando acudió, obediente, a Washington a cumplir el llamado que le hizo Donald Trump. En otra equivocación política incurrió el Presidente. Pidió a los gobernadores que forman la Alianza Federalista hacer consultas entre sus ciudadanos a fin de ver si apoyan las demandas que esos gobernantes hacen. Claro que las apoyarán, y eso se convertirá en un plebiscito contra López Obrador. Él mismo se echó la soga al cuello, como dice la frase popular. ¿Político hábil? En las campañas sí; en las tareas de gobierno no… Un sujeto llegó a la farmacia y le pidió a la dependienta, mujer mal encarada: “Me da cuatro condones por favor, señorita”. La empleada se encrespó: “¡No me trate de señorita!”. “Ah –se alegró el tipo-. Entonces deme cinco”… Don Rugadito andaba por los 80 años, y sin embargo su esposa doña Liria lo sorprendió en trance de refocilación carnal con la mucama de la casa. Sin decir palabra la señora tomó por el pescuezo a su coscolino cónyuge y lo llevó arrastrando a la ventana del segundo piso con evidente intención de arrojarlo por ahí. La fámula exclamó empavorecida: “¿Qué hace usted, señora?”. “No te asustes –le dijo doña Liria al tiempo que abría la ventana-. Si a estas alturas de su vida el cabrón puede follar, seguramente también podrá volar”… FIN.