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David Beckham

Superiberia

Madrid.- Llega a una de las tiendas que H&M tiene en  Madrid prendas de la colección que ha creado con la cadena sueca. Por las mangas de la americana y el cuello de la camiseta asoman sus tatuajes.

 El tupé perfectamente cincelado, los ojos surcados por arrugas, la sonrisa perenne. Es David Beckham (Londres, 1972): el jugador de fútbol que ha saltado de los cromos de la Liga inglesa a las carpetas de las adolescentes de medio mundo y de ahí a los anuncios de las marquesinas como un icono de estilo. 

 

Comenzó prestando su imagen a firmas de moda, luego diseñó pequeñas colecciones para algunas de ellas como H&M o Belstaff, y ha terminado creando su propia enseña. Todo gracias a su capacidad para construir una de las marcas personales más potentes del mundo del deporte. 

 

“Siempre me he visto como un deportista, pero también como un hombre que quería tener éxito en los negocios. Sé lo que se necesita, estoy rodeado de gente que ha triunfado en este campo y que me han guiado”, aseguró.

 

Además de su séptimo trabajo con H&M, el británico firmó el año pasado dos lucrativos contratos que, según Forbes, le reportaron casi 19 millones de euros. Uno con Diageo, el fabricante de bebidas alcohólicas más grande del mundo, para serembajador de su nuevo whisky Haig Club; y el segundo, con el conglomerado hongkonés Global Brands Group (GBG), que desarrolla, entre otras, las licencias de Calvin Klein o Reebok. De la mano de esta compañía, Beckham ha pasado al siguiente nivel en la industria de la moda: de protagonista de la publicidad de una firma a propietario. La línea, que contará con prendas y complementos, surge como una colaboración al 50% entre GBG y el tándem formado por el excentrocampista del Real Madrid y Simon Fuller. Su socio en este y otros proyectos es el creador de la franquicia de programas televisivos American Idol, representante del matrimonio Beckham y uno de los hombres que más han influido en la carrera del jugador.

 

Si Beckham fue uno de los primeros deportistas en prestar su imagen a una firma de lujo, también ha sido un pionero a la hora de poner su marca personal, esa que tan meticulosamente ha diseñado, al servicio de su propio proyecto textil. Una tendencia en auge y que viene a renovar la ya larga relación entre moda y deporte. En 2012, Cristiano Ronaldo se unió al fabricante danés JBS para crear su línea homónima. Y el campeón del mundo de surf, Kelly Slater, acaba de fundar M.Nii con el grupo Kering —propietario de Gucci y Saint Laurent Paris, entre otros— como socio.

 

Aunque colgó las botas en 2013, hace tiempo que Beckham es mucho más que un jugador de fútbol. Era y es un negocio. Cuando debutó en el Machester a finales de los noventa, el club británico era el adalid de marketing deportivo: el equipo que más ingresaba gracias a su capacidad para explotar las audiencias de China e India. Fueron los años en los que se forjó el mito del Manchester y también el de Beckham, que llegó convertido en icono al Real Madrid, donde inauguró y abanderó la estrategia del club en el mercado asiático.

 

Siempre supo vender camisetas y sueños. A lo largo de los últimos 20 años, esta capacidad de prescripción no ha hecho nada más que crecer. Todo comenzó cuando en 2002 decidió dejarse una cresta al estilo mohicano y su corte de pelo se propagó como un virus. Como revelaría años después, el entrenador del Manchester sir Álex Ferguson le obligó a raparse, pero ya era demasiado tarde: el icono de estilo había nacido. 

 

Sería la última decisión espontánea del jugador en materia estilística. “La gente no sólo me ha visto como un deportista sino como un hombre con una estética a seguir. No es algo que yo buscase al principio de mi carrera; simplemente pasó. A la gente le gustaba vestir como yo o copiar mi peinado”, recuerda. Al hablar mira directamente a los ojos, pero su voz suena como un susurro.

 

Otro punto de inflexión en su carrera fue 2007. Ese año dejó el Real Madrid por Los Ángeles Galaxy y debutó como imagen de Armani Underwear. Tres años después compartiría esa campaña de publicidad con su mujer Victoria. Juntos han sabido retroalimentarse y reinventarse. También superar alguna crisis matrimonial. Cuando se casaron en 1999, ella era la cantante que menos cantaba de las Spice Girls y él, centrocampista del Manchester. Dos jóvenes con fama mundial que parecían más preocupados por conseguir el alisado capilar definitivo que por construir un imperio empresarial. Tres lustros después, Victoria se ha convertido en una de las pocas famosas que ha conseguido triunfar con su propia marca. Desfila en Nueva York, ha sido reconocida con un premio de la moda británica y factura más de 40 millones de euros al año, según The Sun.

 

“Se merece todo lo que ha conseguido. Ha trabajado mucho para lograrlo. Es uno de los valores que tratamos de transmitirles a nuestros hijos: si quieres tener éxito en la vida tienes que trabajar duro”, cuenta.

 

El exfutbolista asegura que no recibe consejos empresariales de su mujer, pero sí creativos. “Cada uno tenemos nuestro estilo. Ella siempre ha respetado el mío, pero eso no significa que, como dentro de cualquier matrimonio, si no le gusta como voy me lo diga. Es muy sincera”, se ríe.

 

Además de su faceta como diseñador, Beckham mantiene sus proyectos con Adidas, Sky Sports, la marca de relojes Breitling y Samsung. Es embajador del grupo Jaguar Land Rover en China y de laliga de fútbol profesional de este país. El deporte sigue formando parte de su vida. “Compromisos profesionales en Londres” le impidió quedarse en España.

 

agencia

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