Un paseo matutino por la playa de Tapuae, al sur de Nueva Plymouth, Nueva Zelanda, se convirtió en una experiencia aterradora para Alice Cowdrey. Mientras disfrutaba de la tranquilidad de la arena y el rompimiento de las olas, su perrita comenzó a husmear algo enterrado en la arena. Alice, movida por la curiosidad, se acercó para investigar y se encontró con una visión espantosa: lo que parecía ser un cuerpo decapitado.
“A primera vista, parecía un torso humano boca abajo, con detalles tan realistas que incluso noté las uñas y los dedos de los pies”, relató Cowdrey. En estado de shock, Alice no dudó en contactar a las autoridades para reportar lo que parecía ser un crimen horrendo.
La policía llegó rápidamente al lugar y, tras una exhaustiva inspección, descubrieron que el “cadáver” no era en realidad un cuerpo humano. Resultó ser una muñeca sexual extremadamente realista. Las autoridades confirmaron que no había ningún indicio de un crimen, y Alice, aunque aliviada, se sintió incómoda por haber alertado a la policía debido a un juguete erótico. Sin embargo, las autoridades le aseguraron que había hecho lo correcto al reportar el hallazgo.
Alice investigó más y descubrió que este tipo de muñecas, a menudo hechas de silicona o látex para imitar la apariencia humana con gran detalle, pueden tener un alto valor en el mercado. “Nadie tira algo tan costoso en la playa”, comentó Cowdrey, sugiriendo que la muñeca podría haber sido robada.
Las muñecas sexuales, diseñadas para la estimulación sexual y el acompañamiento, pueden incluir características detalladas y realistas como piel texturizada y partes móviles. Estas muñecas están diseñadas para proporcionar una experiencia personalizada, lo que las convierte en productos de alto valor.
A pesar del susto inicial, el incidente puso de relieve el nivel de detalle en la fabricación de estas muñecas y la importancia de estar atentos a nuestro entorno, incluso en los lugares más tranquilos.