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Cuatro años

Superiberia

Son cuatro años y, sí, lo que le sigue a esto es la misma oración que hemos escuchado durante este tiempo: ni un solo responsable. Son cuatro años de que se abrió un expediente que lastimó a todos los mexicanos, no sólo porque las víctimas fueron 49 pequeños indefensos, sino por todo el alud de corrupción que el incendio de la Guardería ABC arrastró, mismo que tristemente se llevó con él sólo a las víctimas, no así a los victimarios.

Y es que al expediente le sobreviven sólo las manifestaciones que exigen justicia, las que recuerdan los nombres y las sonrisas de los pequeños que murieron aquel terrible 5 de junio de 2009.

Aunque hay responsables señalados, éstos son apenas algunos que se encontraron por ahí las autoridades del sexenio pasado, empleados de bajo perfil cuyo propósito en la historia es la de llenar el lugar que los verdaderos responsables deberían ocupar. ¿O la culpa es de quien opera y no de quien contrata?

Muchos detalles conocemos ahora sobre las condiciones de operación de las guarderías subrogadas del IMSS. Se develó, inmediato al incendio, que casi todas fueron otorgadas de forma directa, no por concesión, de ahí que a quienes operaron la ABC poco les importaron los condiciones del lugar: una bodega compartida con la Secretaría de Hacienda del estado, separadas apenas con una pared de tablaroca; y menos aún que los empleados de la guardería no fueran los suficientes ni contaran con la preparación adecuada para estar al cuidado de los pequeños. Tantos detalles, pero ni un solo detenido que confirme que la justicia tiene una fecha de próxima llegada.

Hoy sólo tenemos historias, 49 para ser precisos, historias desgarradoras, algunas que se inclinan más a la tristeza, otras más a la esperanza, pero todas que se convierten en la única herramienta para armar el expediente de este caso que, según se anunció, tendrá una revisión por orden de Jesús Murillo Karam, lo que se convierte en el nuevo haz de luz para los padres que recuerdan, lloran y esperan justicia para sus pequeños.

El de la Guardería ABC, es el último de los expedientes de un México contemporáneo que no ha logrado hacer de la impartición de justicia, su mejor cualidad. Todo lo contrario, porque a ello se le suma ese otro lastre, el de la corrupción y el influyentismo que funciona por intereses personales, a los que poco les importa la operación adecuada de, en este caso, las guarderías.

Ni un solo responsable, pero por fortuna hay un eco, un eco muy fuerte que seguirá sonando hasta que la justicia le dé un desenlace apenas necesario, para una tragedia que acabó con la vida de 49 niños.

Los padres se han encargado de recabar más pruebas. Para nadie hay duda de que al caso le faltan los culpables, los reales, no aquéllos que se señalaron nada más para cubrir la cuota.

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