Por: Andrés Timoteo / columnista
El cordobés Rubén Ríos Uribe será el presidente de la mesa directiva en el Congreso Local para el año legislativo 2019-2020 y ese enroque representa otra afrenta a los militantes genuinos del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) porque nuevamente los marginaron ya que este parlamentario llegó a la curul por el desaparecido Partido Encuentro Social (PES) aunque ahora esté en la bancada marrón.
Nuevamente se antepone a un advenedizo sobre los fundadores del morenismo para ocupar sitios de poder, tal como sucedió al comenzar la Legislatura el año pasado cuando el expriista y fidelista Manuel Pozos Castro fue nombrado en el mismo cargo pese a que no es fundador de Morena y llegó al recinto por el Partido del Trabajo,
Por si fuera poco, como ya se ha citado en este espacio, el desempeño de Ríos Uribe en su primer año como diputado local fue infausto y por lo único que destacó es por integrar las causas de los fallidos juicios políticos contra el fiscal Jorge Winckler siendo presidente de la Comisión Instructora. Tal proceso malogrado es la carta de presentación de este señor para dirigir los trabajos legislativos.
Sin embargo, pese a sus taras de conocimiento y trabajo parlamentario, Ríos Uribe es un mal menor porque había quienes impulsaban para ese cargo a Mónica Robles, brincadora de partidos políticos y portadora de los intereses de un grupo de extorsionadores mediáticos.
Otros candidatearon a la diputada Rosalinda Galindo, todo un símbolo del nepotismo, porque tiene a toda su familia acomodada en las nóminas del Gobierno estatal y el Ayuntamiento xalapeño, y no faltó quienes incluso propusieron a la cuenqueña Margarita Corro Mendoza, amiga, comadre y defensora de Francisco Navarrete Serna, capo del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) en el Sotavento e involucrado en la desaparición de cinco jóvenes en Tierra Blanca en el 2016.
Esas tres damas que postulaban mediáticamente para liderar al Poder Legislativo son impresentables y ahí sí excluirlas no es asunto de misoginia, sino de sanidad política. Frente a ellas, Ríos Uribe es un prohombre, nada más para aquilatar el bajísimo nivel ético y la escasa honestidad de los que integran la bancada de Morena en el Congreso veracruzano, como ya se había comentado en un texto anterior.
Los otros integrantes de la nueva mesa directiva en el Congreso Local son el priista Jorge Moreno Salinas, quien repite en la misma Secretaría, y la perredista Kristel Hernández, quien ocupará vicepresidencia, obviamente como resultado de los acuerdos con la parentela política de la Legisladora para que se les cuide las espaldas en la fiscalización de los recursos que manejaron o están manejando, su esposo, Argénis Vázquez y su suegro, Arturo Hervis, son alcaldes de Santiago Tuxtla y Ángel R. Cabada, respectivamente.
Además, la renovación de la mesa directiva en el parlamento estatal no cambia a los titiriteros ni sus intenciones y será Palacio de Gobierno el que siga dictando la línea en ese poder. Es decir, no hay nuevo derrotero ni expectativas para que el quehacer legislativo mejore. Todo sigue igual como en los sexenios anteriores.