Es buena la noticia que, después de tanta expectación e inquietud dentro y fuera del PAN, sus elecciones internas para presidente terminaron con éxito. La definición a favor del chihuahuense Gustavo Madero refleja que el mejor sentido prevaleció y que así el partido tendrá un experimentado y avezado líder para las próximas batallas que le esperan.
No viene a cuento el detenerse, ya se perdió mucho tiempo valioso examinando detalles irrelevantes, para discutir si el método de elección directa para presidente fue el mejor o si el perdedor y su grupo deban ser consolados con algún favor. El proceso depuró a los que sobraban.
Es momento de preparar sin demora y en todas sus facetas operativas al partido para las elecciones intermedias y de gubernaturas que se aproximan en 2015. A duras penas hay tiempo para la prueba mayor que le espera a la ciudadanía en 2018. México necesita que la contienda política se prepare con profesionalismo y señorío en todos los partidos, y el PAN tiene que estar listo.
El PAN cuenta con miembros capacitados que acumulan mucha experiencia, tanto por sus años en la oposición como por su paso por Los Pinos. Los verdaderos líderes panistas amalgaman el humanismo político con recetas prácticas que le ofrece el modelo de economía social de mercado. Esta combinación se traduce en programas de gobierno de aplicación local, estatal y nacional. Los futuros discursos habrán de ser más convincentes y atractivos que nunca.
El electorado nacional también ha acumulado experiencia. Sabe que su voto determina, dentro de los márgenes que se dan en toda democracia, quienes ocupan los puestos de representación.
La ciudadanía está interesada en conocer y, en su caso, apoyar las propuestas que sean sensatas y congruentes como las del PAN. Hoy día las razones están más que a la vista. El PRI, tras haber recobrado la Presidencia de la República, lleva tiempo sin “saber gobernar”, de lo que antes mucho se jactaba. Su plataforma económica se ha estancado en proteger el liberalismo de mercado abierto, debilitando a la sociedad y acentuando las brechas de injusticia social.
Independientemente de encontrarse aún deshilvanado el PRD tendrá a su vez, por razones de origen, que proponer al electorado un modelo de desarrollo de inspiración populista pese a que tales programas hayan resultado desastrosos para los países europeos y latinoamericanos que los han experimentado en años recientes. Su alternativa sería resignarse a quedar simplemente como voz que sólo sabe contradecir a la autoridad en turno.
El PAN puede verse a sí mismo con la confianza de contar con una propuesta sana, sensata y equilibrada, apoyada por una autoseleccionada membrecía convencida de los principios patrióticos e ideológicos que su partido proclama. Son los que el partido tiene que difundir para reclutar los votos que lo lleven al poder, ahí donde los conceptos se materializan en acción.
De todos es sabido que México nunca ha aprovechado su gran potencial. Una de las funciones de los partidos políticos es la de monitorear que todas las ramas del gobierno trabajen coordinadamente para que los esfuerzos nacionales lleven a mejores niveles de vida.
La formación de cuadros de funcionarios como de jóvenes es urgente desde cualquier ángulo que se le vea. Ahí el PAN se ha visto remiso.
Hace tiempo que nos quejamos de la abusiva partidocracia que domina los tres escenarios de gobierno. A ella culpamos no sólo de los absurdos retrasos en despachar legislaciones urgentes sino de graves manipulaciones de organismos públicos como el IFE. A las connivencias de todos los partidos se debe la absurda incomunicación actual entre el jefe del Ejecutivo y el Congreso. Esa partidocracia ha dañado severamente a México.
Actuar, en cambio, con responsabilidad promoviendo los objetivos de la plataforma propia, sabiendo que hay éxito cuando los demás partidos o la Presidencia de la República también concuerdan, es una sana estrategia, que, de paso también es componente imprescindible de la democracia.
Consultor
juliofelipefaesler@yahoo.com