Orizaba.- El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), recordó ayer el Día Internacional para la Tolerancia por medio de agrupaciones ciudadanas.
La tolerancia es el cimiento más firme de la paz y la reconciliación y nunca ha tenido tanta importancia como en esta época, en la que vivimos cambios vertiginosos, comentó la consultora, Montserrat Vera Centeno.
Diversas organizaciones no gubernamentales este año llaman a fomentarla, promoviendo la comprensión y el respeto entre todas las culturas, desde los parlamentos a los patios de recreo en las escuelas.
La tolerancia es algo que debe aprenderse desde la infancia y que tienen que amparar todos los estados, lo que contribuiría a un mundo más justo, sin violencia y sin discriminación.
La Declaración de Principios sobre la Tolerancia, que adoptaron los países miembros de la Unesco el 16 de noviembre de 1995, resalta esos aspectos y afirma, entre otras cosas, que la tolerancia reconoce los derechos humanos universales y la diversidad de los pueblos.
Un año después, la Asamblea General invitó a los estados miembros a que cada año, en esa misma fecha, se observara el Día Internacional para la Tolerancia con actividades dirigidas tanto a los centros de enseñanza como al público en general.
En el documento final de la Cumbre Mundial 2005, los jefes de Estado y de Gobierno reafirman su compromiso de fomentar el bienestar, la libertad y el progreso de los seres humanos en todas partes, así como de alentar la tolerancia, el respeto, el diálogo y la cooperación entre diferentes culturas, civilizaciones y pueblos.
¿Cómo luchar contra la intolerancia? Exige un marco legal, pues los gobiernos deben aplicar las leyes sobre derechos humanos, prohibir los crímenes y las discriminaciones contra las minorías, independientemente de que se cometan por organizaciones privadas, públicas o individuos, abundó la entrevistada.
El Estado también debe garantizar un acceso igualitario a los tribunales de justicia, a los responsables de derechos humanos y a los defensores del pueblo, para evitar que las posibles disputas se resuelvan por medio de la violencia.
Además, luchar contra la intolerancia exige educación, las leyes son necesarias pero no suficientes para luchar contra ella y los prejuicios individuales. La intolerancia nace a menudo de la ignorancia y del miedo: a lo desconocido, al otro, a culturas, naciones o religiones distintas.
La intolerancia también surge de un sentido exagerado del valor de lo propio y de un orgullo personal, religioso o nacional, exacerbado. Estas nociones se aprenden a una edad muy temprana.
Por eso es necesario poner énfasis en la educación y enseñar la tolerancia y los derechos humanos a los niños para animarles a tener una actitud abierta y generosa hacia el otro, dijo Vera Centeno.
La educación es una experiencia vital que no empieza ni termina en la escuela. Los esfuerzos para promover la tolerancia a través de la educación no tendrán éxito si no se aplican a todos los grupos en todos los entornos, en casa, en la escuela, en el lugar de trabajo, en el entrenamiento de las fuerzas del orden, en el ámbito cultural y en los medios sociales. Luchar contra la intolerancia requiere acceder a más información.