El 5 de mayo de 1989, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, acompañado de otros dirigentes emblemáticos como Heberto Castillo Martínez e Ifigenia Martínez y Hernández, además de Gilberto Rincón Gallardo y Porfirio Muñoz Ledo, fundó el Partido de la Revolución Democrático (PRD). A casi 26 años de aquella fecha, el hijo del General Lázaro Cárdenas del Río no es más el “líder moral” de ese instituto político, al que renunció el 25 de noviembre de 2014.
Aquél día, en una carta enviada a la opinión pública y en la que ni siquiera marcó copia a Carlos Navarrete Ruiz, actual presidente nacional del Sol Azteca, el ingeniero Cárdenas Solórzano argumentó que su salida era por las “profundas diferencias” con esta dirigencia en las visiones de cómo enfrentar los problemas internos del partido, “en particular las medidas que deben adoptarse para recuperar la credibilidad de la organización y de manera especial de sus dirigentes ante la opinión pública, indispensables para lograr su reposicionamiento como una verdadera opción política de carácter y alcances nacionales, única forma en la que le sea útil al país”.
También expuso que “ante la disyuntiva de correr el riesgo de compartir responsabilidades de decisiones tomadas por miopía, oportunismo o autocomplacencia en las que no haya tenido cabida la autocrítica, he preferido correr el riesgo de recibir críticas válidas o no según se les quiera ver, y optar por decidir de acuerdo a los principios que he sostenido y me han servido de guía en mi comportamiento público y privado”.
Además, anunció entonces, que seguiría luchando, desde otros frentes, por el mejoramiento del país, y el ingeniero Cárdenas no tardó tanto en concretar esa promesa: el domingo pasado anunció la formación de un “gran movimiento ciudadano” para recuperar al país en una iniciativa que titularon “Por un México Hoy”.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano llamó a líderes ciudadanos como Javier Sicilia Zardain y el Obispo Raúl Vera López, a jóvenes, empresarios y a defensores de derechos humanos a trabajar en un “Proyecto de Nación”, del que uno de sus principales objetivos es redactar una nueva Carta Magna.
Sin embargo, expuso, no se trata de fundar una nueva fuerza política, como lo hizo hace casi 26 años, sino de integrar a todos en la meta de crear esa nueva legislación: “la gente de los partidos, la que no está, los que están trabajando en distintos frentes. No estamos en la cuestión electoral, vamos a tener una propuesta de proyecto nacional, de cambios constitucionales, ver si hay el respaldo suficiente para apoyar estos cambios”, explicó.
Con él estaban Muñoz Ledo y la maestra Ifigenia Martínez, para, como hace dos décadas y media, comenzar de nuevo a organizar la oposición no sólo al Partido Revolucionario Institucional (PRI), sino al sistema de partidos políticos.
En el jardín de la que fue casa de su padre, ahora Centro de Estudios Lázaro Cárdenas y Amalia Solórzano, el ingeniero se reunió en familia y con amigos, y propuso crear “una nueva mayoría” que impulse los cambios que requiere el país.
“Nos toca construir un gran encuentro plural que impulse los cambios que requiere el país, que reclama el pueblo, que mueva conciencias y articule una amplia unidad social y política. Desde ningún punto de vista, estoy proponiendo una alianza electoral”, dijo.
Cárdenas no sólo le habló a sus viejos amigos, como lo hizo hace años para fundar el PRD. Ahora, con más de 80 años de edad, llamó a la sociedad civil convencido, dijo, que se requiere la articulación de toda esa población de izquierda que realiza esfuerzos por recuperar al país, pero desde distintas trincheras. Una izquierda disgregada, desunida y que abonó al avance de las reformas estructurales en los últimos años.
“Les pediría que cada quien pensara en cómo ayudar para establecer contactos y en su caso, se propusiera para buscar acercamientos con quienes sabemos trabajan ya en proyectos de nueva Constitución como nuestros amigos Javier Sicilia y el Obispo Raúl Vera”. También anunció varios grupos de trabajo que están a cargo de Sergio Benito Osorio, Carlos Heredia Zubieta, Roberto Eibenschutz Hartman, Emilio Pradilla Cobos, Félix Hernández Gamundi, Saúl Escobar Toledo, Leonel Durán, Eduardo Vázquez, Enrique Calderón Alzati y Carlos Lavore Herrera.
“Debemos desatar una amplia discusión por todo el país sobre el Proyecto de Nación que aspiramos edificar, un serio análisis sobre los cambios que se requieren efectuar a nuestra Constitución”, dijo Cárdenas Solórzano.
Alejandro Encinas Rodríguez, también fundador del PRD y quien renunció esa fuerza política el 22 de enero pasado, dijo que el actual sistema de partidos se agotó, por lo que se debe buscar coordinación con los grupos que buscan un mejor país.
“Es necesario recuperar los vínculos con la academia, ciencia y cultura, rescatar la vocación del poder. Es necesario conformar una nueva mayoría, la más amplia red social y política”, detalló.
Encinas Rodríguez afirmó que la izquierda partidaria dejó de ser un “instrumento legítimo”. “Los gobiernos que encabeza la izquierda, no se diferencian de otros partidos. El pactismo desdibuja el perfil opositor de la izquierda”, dijo.
Aunque en esa reunión nunca se mencionó al PRD, es claro que este nuevo grupo ciudadano surge por el fracaso del Sol Azteca ante los ciudadanos, debido a la sumisión que ha mostrado ante la actual administración federal, encabezada por el priista Enrique Peña Nieto.
Las críticas de militantes, ciudadanos y analistas políticos se centran en el grupo de Nueva Izquierda (NI), mejor conocido como “Los Chuchos”, que desde noviembre de 2008, cuando Jesús Ortega Martínez asumió la presidencia nacional del perredismo, domina a ese partido.
“Los Chuchos”, acusan sus opositores, han convertido al PRD en un partido “comparsa” del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y, por tanto, del Presidente de la República. Además han mostrado sordera ante las demandas ciudadanas, traicionando así todos los principios de ese organismo que, supuestamente, nació para defender los derechos de las mayorías pobres y marginadas del país.
Encima, dicen, han permitido que el de la Revolución Democrática se infiltre de corrupción y e incluso de criminales, como se evidenció en el caso de José Luis Abarca Velázquez, ex Alcalde de Iguala, y uno de los principales responsables del ataque a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa.
En esa destrucción de imagen y de principios, el perredismo está hoy en su nivel más bajo de aprobación popular, y éticamente es cuestionado por todos, incluyendo a sus militantes de mayor prestigio, que han emprendido la huida.
Este nuevo grupo ciudadano, encabezado como hace casi 26 años por Cuauhtémoc Cárdenas no tiene intención, por ahora, de convertirse en partido político. Pero el tiempo y la cada vez menos influyente marca del PRD en el país, podría reconvertir el objetivo, pues la señal es clara: nadie quiere estar ligado a un partido “de izquierda” que está cada vez más cercano al Gobierno federal y más lejos de la ciudadanía.