Enero me gustó pa’que te vayas, podría ser el lema de los cambios en el gabinete.
De los 89 movimientos en el equipo de gobierno que se han acumulado en los últimos cuatro sexenios, 24 han tenido lugar al comenzar el año. Le siguen, muy atrás, septiembre y diciembre, con nueve cada uno.
Quizá esto tenga que ver con el debilitamiento del 1 de septiembre como línea de arranque del calendario político. Lo que antes de 1988 era el Día del Presidente, momento para hacer grandes anuncios o reacomodos, se quedó como una fecha más.
Los cambios en el gabinete presidencial siempre han sido muy sonoros, aunque había un tiempo en que los políticos del oficialismo hablaban poco o nada en público sobre ellos.
Muchas veces los relevos iban acompañados de una renuncia que esgrimía “motivos personales” o “motivos de salud” por parte de quien se iba.
Eso fue cambiando paulatinamente, pero con el presidente Felipe Calderón, el segundo panista en llegar a Los Pinos, dio un vuelco.
A Calderón le gustaba hablar de la facultad constitucional que tiene el Presidente de la República de nombrar y remover a los miembros de su gabinete.
Lo que en otra época se informaba mediante un escueto boletín, Calderón lo daba a conocer en un acto público que él mismo podía encabezar.
De los 13 presidentes de México que han cumplido seis años en el cargo, Calderón es el que más movimientos ha hecho en su gabinete. Hizo un total de 24, incluyendo los tres a los que fue obligado por los decesos inopinados de sus colaboradores Juan Camilo Mouriño, Francisco Blake y Alonso Lujambio.
Muy temprano en el sexenio, antes de cumplir los dos años en el poder, Calderón cambió a los secretarios Germán Martínez, de la Función Pública; Francisco Ramírez Acuña, de Gobernación; Beatriz Zavala, de Desarrollo Social, y Eduardo Sojo, de Economía.
Antes de llegar a los tres años, tampoco estaban ya en sus cargos originales Eduardo Medina Mora, en la PGR; Josefina Vázquez Mota, en la SEP; Alberto Cárdenas, en Agricultura, y Luis Téllez, en la SCT.
Por supuesto, cada cambio tuvo su propia explicación y circunstancia, pero Calderón no dudaba en usar su prerrogativa de remover a quien no funcionaba o en colocar sus piezas en el lugar que le parecía mejor políticamente.
Quizá quiso romper así con el estilo de su antecesor, el también panista Vicente Fox, quien dio posesión a un Gabinetazo, escogido -al menos parcialmente- mediante el método gerencial del headhunting.
La idea que quiso transmitir Fox es que los secretarios no habían obtenido su cargo gracias a cuotas políticas, como se estilaba en el antiguo régimen, sino que eran personas capaces, contratadas para todo el sexenio, a las que se daría libertad de acción para cumplir sus encomiendas.
Sin embargo, eso provocó pronto un enfrentamiento entre distintos personajes del gabinete, que luchaban por el reflector de los medios, así como una descoordinación en el gobierno federal.
Para el tercer año de gobierno, el Gabinetazo había comenzado a desgranarse.
La primera salida, y la más sonora, fue la del canciller Jorge Castañeda, un hombre clave en el amarre de las alianzas y definición de la estrategia que llevó a Fox de la gubernatura de Guanajuato a la Presidencia de la República.
Tras de Castañeda se irían del gabinete otros activos del foxismo, así como secretarios elegidos por los cazadores de talentos.
Para septiembre de 2005, sólo siete de los 19 miembros originales del Gabinetazo permanecían en sus puestos.
Está por llegar nuevamente enero y quizá por eso se exacerba la especulación sobre cambios inminentes en el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto.
Hasta ahora, los movimientos en el equipo ampliado han sido imperceptibles, salvo en el caso de la Profeco, producto de un escándalo.
Para estas alturas del sexenio, seis de los 13 presidentes que antecedieron a Peña Nieto ya habían hecho el primer relevo de un secretario de Estado.
Sin embargo, sólo una quinta parte de los 190 cambios en los gabinetes presidenciales desde 1935 -cuando el presidente Lázaro Cárdenas inauguró esa cuenta- han ocurrido en los primeros dos años del sexenio.
Es decir, son raros, y probablemente lo sigan siendo. En todo caso, sabremos pronto si Peña Nieto decide ser, en el manejo de su equipo, más parecido a López Mateos, cuyo gabinete estaba casi intacto al final de su gobierno, o a Zedillo y Calderón, muy rápidos para desenfundar la pistola.
Apunte al margen
Ha sido un año intenso para esta Bitácora, que pasó de semanal a diaria, fortaleciendo su vocación de llevar un registro de la historia que por fortuna nos toca atestiguar. Es un propósito y compromiso continuar con esta encomienda el próximo año. A los lectores, felices fiestas y los mejores deseos para 2014. Nos vemos el lunes 6 de enero.