El inicio de un sexenio abre fuertes reacomodos de poder. No sólo se trata de cambios del equipo gobernante y de nuevos proyectos para el desarrollo del país, sino también de montar las escenografías que necesita la política para funcionar. Discursos, gestos, imágenes, buenos propósitos y, la cereza del pastel, un pacto político. Pero la realidad tiene sorpresas y el ánimo festivo se pone en duda casi al mismo tiempo en el que surge de nuevo el conflicto. La toma de posesión se acompañó de protestas sociales y ahora sabemos que se cometieron graves violaciones a los derechos humanos. El optimismo sobre el Pacto por México está en el terreno de los frágiles equilibrios, los que cotidianamente se construyen entre la coalición opositora y la coalición gobernante. La alta política y la protesta de la calle tuvieron un grave desencuentro.
Enrique Peña Nieto tiene prisa en demostrar que es un gobernante eficiente. Con la propuesta de sus 13 nuevos mandamientos se ha dedicado a reconstruir la imagen del PRI que se fue en el año 2000. No se han terminado de hacer los nuevos nombramientos y ya se inició la batalla por el presupuesto. Las bases del gasto están delineadas y el gobierno entrante tiene poco margen para mover los recursos hacia sus prioridades. La mayor parte de las ofertas presidenciales, las decisiones que anunció el pasado 1 de diciembre implican recursos importantes. Las decisiones son austeridad, cero déficit, estabilidad, un crecimiento bajo de la economía que se calcula en 3.5% para 2013. En estos días se anunció que el Ejército, por lo pronto, seguiría en labores de seguridad, es decir, en las calles. Continuidad en las políticas de gobierno, pero también hay cambios, como la reforma educativa que viene.
En la gran política, la que hacen las élites partidistas, la que se lleva los titulares y la atención pública, la nota la dio el Pacto por México. En cada uno de los partidos hay diferentes culturas políticas y por eso el pacto ha tenido distintas repercusiones. En el caso del PRI se trata del partido en el poder y la sincronía de propuestas entre partido y gobierno está alineada; en el PAN no ha habido estridencia ni voces discordantes, pero el partido que perdió el poder está en un proceso de ajuste interno que afectará la forma de sus compromisos. En el caso del PRD es donde hay más problemas; la división y el desconocimiento explícito de los organismos del partido hacia su presidente son expresión de las dificultades que tendrá esta izquierda para cumplir de forma legítima sus acuerdos.
El pacto es una suma de agendas que cubren una parte importante de los pendientes. Son 95 compromisos en cinco grandes apartados (sociedad de derechos; economía, empleo y competitividad; seguridad y justicia; transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción; gobernabilidad democrática). En cada parte hay compromisos de reformas, cumplimiento de leyes y algunas fechas generales.
Una forma importante de calibrar la fortaleza institucional es ver cómo se procesan los acontecimientos extraordinarios como las manifestaciones del 1 de diciembre, la violencia y el proceso de detención de decenas de presuntos responsables. Poco a poco se ha empezado a develar información, testimonios, videos, informes parciales de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y el primer balance es un desastre: en 32 casos hubo detenciones arbitrarias, sin respeto al debido proceso; en cuatro casos hubo tortura. Voceros de #YoSoy132 señalan que se les encapsuló y que las fuerzas del orden provocaron violencia; las autoridades dicen que ante la violencia tuvieron que actuar. Quedan preguntas de qué sucedió y qué significan estos acontecimientos. El vandalismo es condenable, de la misma forma que es reprobable la detención arbitraria de manifestantes pacíficos, de personas que daban seguimiento y cobertura a la manifestación, que estaban de paseo o en sus lugares de trabajo. La juez 47 de lo penal liberó a 56 de los 69 consignados. Mucho tendrá que hacer Miguel Ángel Mancera para transformar procuraduría, policías y ministerios públicos en el Distrito Federal, no sólo por ser el nuevo jefe de gobierno, sino porque viene de esa área.
El tema de fondo que atraviesa los acontecimientos de estos días es, sin duda, si la recuperación del Estado tiene viabilidad, no sólo para hacer gobernable esta democracia vulnerada que tenemos, sino para que las expectativas de cambio puedan ser una realidad y un contrapeso al México capturado de la continuidad.