Por: José Miguel Cobián / columnista
Es indudable que a México no le ha ido mal en los últimos cinco años, a pesar de la desinformación que existe alrededor de la Administración de Peña. Esta aseveración se basa en la comparación con el desempeño económico de otros países comparado con el nuestro, y cómo solventamos los temporales que se presentaron a lo largo de los cinco años que lleva esta Administración. También es irrefutable que México pudo tener un mejor desempeño a pesar de todo, y en eso justifico todo el reclamo popular.
La Administración que prácticamente ya fenece, (ahora todo serán las elecciones y el nuevo administrador de la Nación), tuvo aciertos enormes, pero no atendió un reclamo popular que ha ido creciendo día con día: La corrupción y la impunidad. Para quien esto escribe, como para muchos mexicanos, la evidencia de corrupción desde Presidencia de la República y los principales secretarios de Estado, es imperdonable.
Continuar considerando los puestos públicos en México como un medio para enriquecerse de manera brutal, mientras hay muchos compatriotas sufriendo carencias, es rechazado en casi todos los estratos sociales.
Olvidarse de los “ninis” y no encontrar una solución adecuada a la falta de empleo para esa franja poblacional indica que los técnicos que han dirigido el rumbo del País, o no saben cómo o no les interesa la creación de mayores empleos. Lo cual ha provocado una imagen pública de estar al servicio de los grandes capitales, en lugar de estar al servicio de los mexicanos.
La fracasada política de comunicación social de Presidencia de la República y en general del Gobierno Federal ha provocado también que la oposición hiciera trizas lo mucho bueno de este Gobierno ante la opinión pública. Literalmente se percibe un total autismo entre quienes deberían explicar a los mexicanos las ventajas de lo que se hizo bien durante este sexenio. Sin embargo, el vacío fue ocupado por quienes aspiran al poder, logrando incluso credibilidad no sólo en los desaciertos sino también en multitud de acciones que fueron un acierto, pero que al no ser explicadas adecuadamente a la población, resultó muy sencillo convencer a los mexicanos de que fueron errores.
Cualquiera de nosotros se pregunta si los tecnócratas son tan capaces, porque no han logrado llevar a México a la solución de los problemas más apremiantes de la población como es la erradicación de la impunidad y corrupción, la seguridad pública y el asegurar un bienestar económico entendido como trabajo bien remunerado, para tantos mexicanos que lo requieren a gritos. Y de aquí surge la pregunta que quienes no estamos todavía fanatizados por ningún partido político nos vamos a hacer desde hoy hasta el día de la elección: ¿Meade o AMLO?
La propuesta de Meade parece conservadora, continuar como vamos con la esperanza de que ahora como jefe, y no como empleado del jefe, pueda aplicar todos los conocimientos que tiene para que las cosas vayan mejor en México. A la fecha no se conocen sus propuestas ni cómo planea llevarlas a cabo, así que tendrá que entrar muy duro a la precampaña y luego a la campaña para dar a conocer que intentará hacer y cómo lo hará. Sabemos que cuenta con el respaldo de los principales administradores de fondos mundiales, también del gran capital nacional y extranjero. Es decir, su Presidencia sería de estabilidad y continuidad, además de con mejoría sí se cumplen las expectativas generadas por no ser parte del grupo Atlacomulco.
En el caso de AMLO, quien esto escribe, está seguro de que no llevará a México a convertirse en el nuevo Venezuela como nos han intentado hacer creer. Tampoco puedo creer que las soluciones que plantea durante la precampaña y la campaña sean las que vaya a aplicar, pues son totalmente inaplicables, sin embargo, está utilizando la técnica de Trump, decirle a las masas lo que desean escuchar, con el fin de que voten por él. Es innegable la simpatía que ha generado en su papel de candidato antisistema, así como también es innegable que a la fecha no ha logrado convencer a la mayoría de la población de que su proyecto es el mejor. Ya tendrá tiempo de hacerlo durante la campaña, hoy que ya tendrá abiertos los grandes medios de comunicación como lo son Televisa y TV Azteca, ya que en su equipo de colaboradores cercanos, ambos medios incrustaron a su gente, lo que implica que no le harán el fuchi a AMLO y éste tampoco se referirá a ellos como parte de la mafia en el poder, frase que ha permeado mucho entre sus seguidores.
Si fuéramos una Nación con un nivel de estudios elevado, seguramente la guerra de propuestas sería la que defina el candidato ganador. Sin embargo, al tener una población con escaso nivel cultural, ganará el candidato con mejor propaganda y que mejor conecte con el pueblo, y esto le da un hándicap a su favor a AMLO, por encima de un tecnócrata muy educado y capaz, pero que por eso mismo se enfrenta a una lejanía con el votante promedio, que tendrá que reducir durante su propia campaña Meade.
Casi podría afirmar que quien tenga el mejor publicista y el mejor manejo de imagen será el ganador. Así que Meade tendrá que deslindarse de los pinos a la brevedad, pues en ese equipo se ha demostrado que tienen al peor publicista y el peor manejo de imagen.
Ya veremos cómo comienza el año para los dos posibles ganadores de la Presidencia de la República.
www.josecobian.blogspot.mx @jmcmex
www.elbaldondecobian@gmail.com