El grave incendio que arrasa a la Amazonia de Brasil, que ha llevado su humareda a Perú, avivó el temor mundial por la devastación medioambiental, la crisis climática y el impacto de las políticas estatales que favorecen la explotación de recursos en áreas protegidas.
“Infierno en la selva”, titulaba uno de los principales diarios brasileños sobre la grave crisis medioambiental en la Amazonia, un vasto territorio compartido por Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.
Las consecuencias de los graves incendios de la selva amazónica van más allá de los irreversibles daños ambientales y afectan directamente a las políticas nacionales en Brasil y Bolivia. Las llamas han vuelto a exponer las mentiras del Presidente Jair Bolsonaro, que ha culpado del desastre a los intereses de las ONG, han dejado prácticamente solo ante el peligro a su Ministro de Medioambiente en un evento internacional, y han puesto en graves aprietos al presidente Evo Morales en pleno año electoral.
De otra parte, los obispos católicos reunidos en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) pidieron a los Gobiernos de Brasil y Bolivia, así como a la comunidad internacional, “a tomar serias medidas para salvar al pulmón del mundo”.
“Lo que le pasa al Amazonas no es un asunto solo local, sino de alcance global. Si el Amazonas sufre, el mundo sufre”, manifestaron en un comunicado titulado “Levantamos la voz por el Amazonas”. Como respuesta a esta situación los integrantes del movimiento Juventudes por el Clima se plantarán mañana viernes frente a las embajadas de Brasil en todo el mundo para reclamar acciones.