La muerte a lo largo de la historia ha tenido diferentes manifestaciones en distintas culturas, ya sea a través de la literatura o la música, o a través de costumbres y ritos sagrados. En México el encuentro con lo desconocido y el misticismo ha sido parte de su identidad desde la era prehispánica, donde existe una dualidad en la muerte puesto que es un fin, pero también es un comienzo y representa la despedida de los seres queridos, además, el encuentro con aquellos otros que ya dejaron el mundo terrenal, por lo tanto cuando hablamos del Día de Muertos es entonces, un día de duelo y celebración, una manifestación afectiva que implica un homenaje a nuestros difuntos, homenaje que sirve para acercarnos a ellos, pero a la vez, dejarlos ir.
El mexicano no teme ni rechaza la muerte, sino que la acepta como parte de un proceso natural, un viaje hacia un destino incierto. Esta visión sólo puede ser explicada a través de la historia de México y sus antiguas creencias que prevalecen hasta hoy. Nuestra cultura se caracteriza por ser contada a través de cuentos, leyendas y canciones, donde por medio de ellos se narran los diferentes lazos de la relación del hombre con la muerte, desde la posibilidad de ver y hablar con los difuntos, o hablar con la Muerte para intentar engañarla, hasta viajar “al más allá” y habitar la propia muerte como un estado más del ser. Por eso hoy traemos aquí una breve muestra de lo que es una tradición representada en La Catrina y una leyenda de nuestra tierra como es La Llorona, que mucho tienen que ver con estas épocas.
LA CATRINA
La Catrina se representa alegre, vestida de manera elaborada, con ganas de divertirse e incluso coqueta y seductora con los mortales. A La Catrina y El Catrín los asociamos también, con el placer de vivir ante la inminencia de la muerte. Con su personalidad traviesa, ocurrente, simpática y coqueta nos invita a vivir con plenitud cada momento, y a través de las artes mayores y menores encontrar el sentido de la vida.
Es una figura creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera. Quienes por medio de ésta quisieron expresar la miseria, los errores políticos y la hipocresía de una sociedad. Retratándola como una calavera femenina vestida con ropa de gala, bebiendo pulque montadas a caballo, en fiestas de la alta sociedad o de un barrio. Hoy en día, la Catrina, se ha vuelto un artefacto popular y ha salido de los límites del lienzo o el grabado para ser parte de la cultura viva mexicana, de sus usos y costumbres.
LA LLORONA
La Llorona, un alma en pena, que vaga en las tinieblas y de la mano de la muerte se pasea por las orillas de los ríos buscando a los que fueran sus hijos y que sin piedad por despecho les arrancó la vida, esta es la historia de cómo una hermosa mujer enamorada, cae en las redes de la locura y se deja llevar por el misticismo y la macabra presencia de los seres obscuros que terminan siempre acompañando a la muerte en su fúnebre camino.
La historia…
Se remonta a las cercanías del Lago Texcoco, cuando una mujer indígena se enamora desesperadamente de un apuesto español, un hombre de cabello oscuro, con bastante rudeza y una sonrisa que conquistaba a cual mujer se le atravesara. Ella, poseedora de una increíble belleza, cabellos negros y de facciones únicas que encantaban a más de una persona; un día, mientras la joven se encontraba en las orillas del río lavando la ropa, el misterioso hombre apareció de la nada, sus miradas se cruzaron y comenzó la historia, luego de varios meses de relación intensa y de un romance apasionado, ya no podían estar separados, la pareja tuvo tres hijos, que ella amaba como una buena madre lo hace. Sin embargo, a pesar de la familia formada, el español nunca quiso reconocerla como su esposa por lo que decidió abandonarla, después de su partida, su guapo hombre contraería matrimonio con una mujer de alta alcurnia. Esto le destrozó el corazón, destruida, dolida, llena de rabia, entonces ‘la Llorona’ llevó a sus hijos, los tres frutos de su amor, que inocentemente la siguieron, y sin remordimiento alguno, los ahogó a las orillas del río. Al recapacitar y viendo lo que había hecho por despecho, la mujer tomó su vida, ahogándose también y se convirtió en lo que hoy conocemos como la Llorona.
En la actualidad y sin duda alguna todavía se escuchan los lamentos de: “Ay, mis hijos, ay mis hijos”, que es el llamado que según cuenta la leyenda la mujer clama delirante en busca del arrepentimiento.