Inglaterra.-De contrastes. Privado, pero también público; íntimo, pero también multitudinario; solemne, pero también espontáneo. Y es que más que en secreto –familia y amigos-, el primer sacramento de la princesa Charlotte de Cambridge se celebró en la intimidad Real de una Princesa de Reino Unido: con una pequeña representación de ambas familias y de los amigos más íntimos de los Cambridge, de puertas para adentro de la Iglesia St. Mary Magdalene de Sandringham, y con una amplia representación de británicos, de puertas para afuera.
Los Duques, que querían agradecer tantas y tantas muestras de cariño desde el nacimiento de su pequeña, extendieron su invitación a todo aquel que quisiera celebrar con ellos el gran acontecimiento y por ello, habilitaron especialmente para la ocasión un paddock abierto al público en las inmediaciones del templo, para que pudieran presenciar así a la pequeña gran protagonista antes y después del servicio. Cientos de estos invitados inesperados pudieron saludar, aclamar y fotografiar a los invitados oficiales cuando estos descendieron del coche y se volvieron hacia el público, agradeciéndoles su presencia.
A la especial ceremonia, llegaron, los padres de la duquesa de Cambridge, Michael y Carole Middleton, y sus hermanos, Pippa y James Middleton; los cinco padrinos de la pequeña; el abuelo paterno, el príncipe Carlos, y su esposa, Camilla, la duquesa de Cornualles, quienes protagonizaron un momento “Marilyn”, cuando el viento le levantó la falda a su llegada, y por último los bisabuelos de la preciosa niña, los miembros de más alto rango, la reina Isabel, vestida de rosa, y su marido, el príncipe Felipe, muy atento con los admiradores reales. El príncipe Harry fue el gran ausente de la celebración, debido a su viaje a África para trabajar durante tres meses en proyectos de conservación.