Córdoba.- Bailarines que son los primeros en participar, ensayan con la misma entrega y pasión, e imaginan que están frente las decenas de reflectores y cientos de personas observándolos para robarse la noche del mágico festival.
El elegante telón del auditorio Manuel Suárez cerrado, pequeños y jóvenes detallan los acabados de sus vestuarios y maquillajes de manera que sea acorde y coherente con la esencia de la música y de las coreografías aprendidas de los mejores profesores de danza.
Detrás del telón, una pareja de bailarines practican un adagio, que deben hacer con la sutileza y elegancia posible para que se luzca este giro.
Otros, de manera singular se elevan con cabroile, para tomar vuelo y poder elevarse en la vuelta de manera inclinada a menos de noventa grados.
Los suspiros y una mirada pensativa se contempla mientras ajustan sus zapatillas a sólo unos minutos de comenzar el espectáculo.
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