Washington.- Que un Estado tan conservador como Nebraska haya enterrado la brutal práctica de la pena de muerte, es una muestra más de la lenta agonía que está sufriendo la pena capital en Estados Unidos, que quizá menos de una generación podría estar obsoleta.
Nebraska se convirtió la noche del miércoles, en el primer estado republicano en abolir la pena de muerte en 40 años (Dakota del Norte lo hizo en 1973), después de que su Capitolio llegara a la conclusión de que la máxima pena es un castigo aberrante e indefensible. “Si a esa conclusión puede llegarse en el corazón de la América más conservadora, puede llegarse en cualquier lado”, editorializaba el diario The New York Times.
De los 50 Estados de los que se compone la Unión, 18 han abolido la práctica de la pena de muerte (19 si se cuenta el Distrito de Columbia), y 32 la mantienen en sus ordenamientos jurídicos, aunque en algunos de ellos está en suspenso debido a la falta de medicamentos para aplicar la inyección letal -el caso de Oklahoma- o simplemente llevan años sin practicarla -Colorado; Kansas; y el Gobierno Federal y el estamento Militar.