El volcán Kīlauea, conocido como el más joven y activo de Hawái, sorprendió al mundo con una erupción espectacular el pasado 23 de diciembre de 2024, tras tres meses de aparente tranquilidad. La actividad volcánica, que inició a las 2:20 am hora local, desató fuentes de lava que alcanzaron los 80 metros de altura, cubriendo un área de 265 hectáreas dentro del cráter Halema’uma’u.
La NASA, en colaboración con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), ha dado a conocer una serie de imágenes que documentan este evento natural desde diferentes perspectivas, incluidas capturas satelitales y terrestres que revelan la magnitud de esta erupción.
El generador de imágenes espaciales OLI (Operational Land Imager) del satélite Landsat 8 capturó el 24 de diciembre una vista impresionante de la caldera de Kīlauea, resaltando en falso color las zonas de mayor actividad térmica gracias a las emisiones infrarrojas de la lava fresca. Estas imágenes permiten a los científicos estudiar la dinámica de la erupción con mayor precisión y visualizar el impacto de los flujos de lava en el entorno.
Perspectivas terrestres: Testigos de la fuerza de la naturaleza
Mientras tanto, el Observatorio de Volcanes Hawaianos del USGS documentó fuentes de lava que se elevaron al cielo con una intensidad impresionante. En horas de la mañana del 23 de diciembre, un equipo en helicóptero midió la extensión del flujo, encontrando que el magma había cubierto el fondo del cráter con una profundidad promedio de tres metros.
Según el USGS, esta erupción es la sexta dentro de la caldera de la cumbre del Kīlauea desde 2020, un fenómeno que evidencia la constante actividad en esta región volcánica. Aunque la intensidad del flujo de lava disminuyó a partir del 30 de diciembre, los expertos continúan monitoreando el evento, ya que las erupciones en esta zona pueden extenderse desde una semana hasta más de un año.
Un fenómeno que conecta al cielo y la tierra
Este episodio es un recordatorio del inmenso poder de la naturaleza y de cómo los avances tecnológicos, como las imágenes satelitales y la fotografía científica, nos permiten observar y comprender fenómenos geológicos a escala global. El Kīlauea, con su imponente actividad, sigue siendo un símbolo de la belleza y el dinamismo del planeta que habitamos.