San Diego.- A Onésimo Sánchez lo mataron adentro de “El Bordo”, ese canal que divide a México de Estados Unidos, donde se asientan cientos de migrantes deportados. Le dieron tres disparos a la cara, mientras construía su “pocito”; no tenían donde vivir y había fallado en sus intentos de cruzar al vecino país.
Originario de Veracruz, había sido deportado hace seis meses luego de vivir 17 años en San Diego, California. Murió en Tijuana, Baja California, lejos de su tierra, soñando con su departamentito en San Diego y reencontrarse con sus dos hijas.
Era un buen hombre
Micaela Saucedo, directora del refugio Elvira Arellano, fue informada que lo ultimaron cuando construía un “pocito”, debido a que no tenía donde vivir y sus intentos por llegar a San Diego habían fracasado. Fue asesinado con otro migrante.
“Lo que pasó es que un vendedor de droga estaba cerca de donde Onésimo construía su ‘pocito’, a ese lugar llegaron integrantes de la Pandilla 18 a pelearse, y le dieron a Onésimo tres tiros a la cara, le tocó sin ser responsable de nada. Él era bueno”, lamentó Micaela.
Onésimo siempre estaba limpio, bien vestido, ayudaba a los demás, defendía a las mujeres, dice Micaela, quien lo recuerda acomedido.
Quería regresar a EU, pero no tenía dinero y las autoridades tampoco lo ayudaron a regresar a Veracruz.
Dijo que las autoridades en Veracruz aseguraron que no tienen dinero para llevar el cuerpo con sus familiares.
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