Tierra Blanca.- Aurelio Rodríguez Rosales quitaba su hamaca, la que estaba en el patio de la casa de su madre en el ejido Moreno Sur, cerca del Jícaro, cuando alcanzó a gritarle “me están macheteando mama ayúdame”, un sujeto de mediana estatura sin compasión le pegaba en el cuello así como en brazos y en diferentes partes del cuerpo, fue lo último que alcanzó a decir, cayendo sin vida y el asesino huyó del lugar y se perdía en la oscuridad.
A las 20:00 horas de ayer, doña Dominga Rosales Pita de 70 años de edad ya se preparaba para descansar por lo que dijo a su hijo que quitara la hamaca que estaba en el patio y se metiera.
Aurelio Rodríguez Rosales de 54 años de edad de oficio campesino apenas tenía dos meses de haber llegado a la casa de su madre.
Ubicada a orillas de la carretera estatal que lleva de la congregación al Jícaro a Moreno Sur, él solamente la visitaba de vez en cuando pero ahora ya se quedaba pues había perdido la vista casi por completo.
Afuera Aurelio, comenzaba a quitar la hamaca donde descansaba, por lo que jamás se percató que alguien entró por la puerta principal del terreno.
Un sujeto de mediana estatura que traía un sombreo grande que le cubría el rostro, éste empuñaba un filoso machete.
Como llegó se dirigió hasta donde estaba Aurelio y sin decirle nada, ni darle explicación alguna, comenzó a machetearlo, primero le pegó en el cuello, en la espalda, en los costados y al meter los brazos, también se los cortaba.
Al salir doña Aurelia vio los hechos encarnizados en contra de su hijo, por el asesino, el cual le dijo “métase o también la mato”.
Pero la madre no podía dar crédito a lo que le hacían a su hijo delante de ella, y no podía hacer nada, solamente guardaba silencio y observaba como Aurelio caía al pie de una mesa donde molían maíz ensangrentado y con el último aliento de vida, después falleció.
El sujeto salió como si nada, empuñando el machete y acomodándose el sombrero que se coloco para que no fuera observado su rostro por completo, siendo ayudado por la oscuridad del lugar.
Transcurrieron algunos minutos para que los gritos de doña Dominga fueran escuchados por sus vecinos quienes corrieron al lugar y observaron la escena dando de inmediato parte a la Policía del Estado y Preventivos, que llegaron minutos después.
El lugar fue acordonado por los efectivos, hasta la llegada de la licenciada, Hilaria del Valle Torres, quien tomó conocimiento, mientras que peritos de la Procuraduría efectuaban el levantamiento de todos las huellas necesarias y pistas.
Los elementos de la Agencia Veracruzana de Investigaciones, a cargo del comandante Mariano Castillo Sánchez, iniciaron las investigaciones correspondientes.
Desconociendo hasta este madrugada quien es el asesino, mientras que se aseguraba una línea de Investigación la cual era presumiblemente una venganza ya que el ahora occiso, había tenía problemas con un sujeto del cual no se rebeló dato alguno.
Las pesquisas aun continúan, mientras que el cuerpo quedó depositado en la funeraria “San Ángel” para la práctica de la necropsia de rigor.
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