Ecatepec, Méx.- Antes de abordar el convoy, Gabriel, de 17 años de edad, no había tenido contacto directo con la delincuencia, pero al bajar del transporte anaranjado se sumó a la larga lista de personas que son víctimas de la inseguridad en el oriente del Estado de México.
Eran las 12:15 horas del lunes de la semana pasada cuando el joven que cursa el quinto semestre de bachillerato en la Vocacional 3 abordó el tren en la estación Impulsora de la Línea B del Metro.
A esa hora, otras 15 personas viajaban en el mismo vagón con dirección a Ciudad Azteca.
Unas horas antes, sus padres le habían regalado un teléfono celular nuevo, por su buen desempeño escolar en el cuarto semestre.
Gabriel se dirigía a su escuela a cumplir las horas que le exige el servicio social.
Cuando el convoy llegó a la estación Río de Los Remedios las puertas se abrieron, tres hombres ingresaron por la misma puerta y segundos después se distribuyeron por todo el vagón. “¡Saquen todo lo que tengan, celulares, carteras, dinero. Esto es un asalto!”, gritó uno de los tres tipos que iban armados. Los otros dos también llevaban arma y se la mostraron a los usuarios para intimidarlos.
El que parecía el jefe se acercó a Gabriel y le exigió su celular. El joven, quien vive en la zona norte de Nezahualcóyotl, no dudó y le entregó el teléfono. Pero le dio un aparato viejo, el nuevo, el que le acababan de regalar sus padres por sus buenas calificaciones, lo llevaba en uno de los bolsillos del pantalón.
El ladrón bajó la vista y se percató que un bulto se escondía en la pierna de Gabriel. Con la cacha de la pistola le pegó en el hombro al adolescente para que le entregara el otro celular.
Gabriel, presa del miedo, accedió a la exigencia del delincuente. Los otros dos cómplices, en bolsas de plástico metían los objetos que les quitaron a los compañeros de viaje del bachiller.
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