“Armas bajo control” fue el lema bajo el cual una coalición de organizaciones de la sociedad civil impulsaron de la mano de un grupo de países y parlamentarios, la adopción del primer tratado internacional que regulará el comercio de armas convencionales y ligeras en el mundo.
Durante siete años se negoció en la Organización de las Naciones Unidas este instrumento que tiene como objetivo establecer normas internacionales comunes para regular el comercio internacional de armas para reducir el sufrimiento humano que éstas causan y contribuir a la seguridad y la paz. El tratado fue finalmente aprobado el pasado abril por una mayoría de 154 países.
Ante la intensa y polémica agenda nacional de reformas que nos han ocupado los últimos meses, y ante la tragedia que viven miles de mexicanos a causa de las inundaciones en varios estados del país, el que México haya ratificado el Tratado sobre Comercio de Armas (TCA) esta semana, convirtiéndose en el quinto país en hacerlo en el mundo y el primero en América Latina, ha pasado casi desapercibido, sin embargo, vale la pena dedicarle un momento para resaltar la trascendencia del hecho.
De 1989 a la fecha, 131 conflictos armados han causado la muerte de al menos, 250 mil personas cada año. Cada minuto muere una persona en el mundo como consecuencia de la violencia armada.
Con ocho mil millones de dólares al año, la industria armamentista es tan rentable como destructiva. A los 640 millones de armas que circulan por el mundo hay que sumar los ocho millones más que produce cada año.
Las armas convencionales, pequeñas y ligeras que regula este Tratado, son responsables de 90% de las víctimas de homicidios en el planeta matando cada año a más personas que las que asesinaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
En nuestro país se estima que hay 15.5 millones de armas en posesión de particulares, pero la Sedena hasta 2011, sólo tenía registradas 2.5 millones lo que implica una desastrosa ignorancia sobre quiénes poseen más de 13 millones de armas y para qué son utilizadas.
Lo que sí sabemos es que el abastecimiento de los grupos criminales que en México han cobrado cientos de miles de vidas, dañado la economía, destruido familias y esparcido violencia y miedo en nuestras comunidades, es posible gracias a la falta de regulación del comercio legal de armas que es precisamente lo que busca subsanar el TCA.
De ahí la importancia de este tratado que impondrá obligaciones a los Estados para que regulen y vigilen la exportación, importación y tránsito de armas, a fin de asegurarse de que los fabricantes sólo las provean si serán utilizadas para fines lícitos y de prevenir el desvío hacia el comercio ilegal, lo cual contribuirá de forma concreta a la seguridad interna de los países y a la paz.
Sin duda, la adopción del TCA es un logro de
México, ya que fuimos un actor protagónico en su negociación y aprobación. Creamos un Grupo de Amigos integrado por 10 países de América Latina y El
Caribe para asegurarnos de que el instrumento reflejara las preocupaciones de nuestra región. El reconocimiento a nuestro país se hizo evidente a través del posicionamiento que a nombre de 98 naciones hizo nuestro representante ante la Asamblea General de la ONU, el día de la adopción del Tratado.
El miércoles pasado, las y los senadores de la República dimos, con nuestro voto, un paso decisivo para hacer de la primera regulación del comercio de armas en la historia, una realidad, y contribuir así, a hacer del mundo un lugar más seguro.
*Politóloga. Senadora de la República.
@Laura_Rojas_