Pocos han sido capaces de explicar la estrategia política que se mueve detrás de la aparente esquizofrenia que muestran los partidos de la derecha y la izquierda -PAN y PRD- al participar en el pacto, por un lado, y en una iniciativa electoral paralela, por otro. ¿Por qué razón los senadores Ernesto Cordero y Miguel Barbosa parecen dispuestos a reventar el pacto en su vertiente de reformas electorales? ¿Por qué presentar dos reformas que, en el fondo, serán parte de la misma discusión que se dará en las comisiones legislativas de las cámaras de Diputados y Senadores del Congreso?
¿Por qué ofrecer dos frentes de discusión mediática, confrontación, pelea y de aparentes objetivos distintos? ¿Será cierto que una división igual a la que existe en el PAN -entre maderistas y corderistas- se produce en el PRD, entre la corriente de Los Chuchos y la de Barbosa? ¿Será cierto que la supuesta o real división en el PAN y el PRD significa el principio del fin del Pacto?
No, todo indica que PAN y PRD no viven una división insalvable y que tampoco asistimos al fin del pacto. No, más bien parece que presenciamos una inteligente estrategia política y de negociación que -de manera conjunta- impulsan tanto el PRD como el PAN -en ese orden- y que además de significar una válvula de escape para las presiones internas de cada uno de los dos partidos se ha convertido -en los hechos- en la puerta para que el llamado lopezobradorismo se meta formalmente al Pacto por México.
En efecto, el hecho de que Miguel Barbosa respalde la supuesta rebelión panista que encabeza Ernesto Cordero, y que detrás de esa formidable presión aparezca como agente político fundamental el senador Manuel Camacho Solís, confirma que la vía de discusión de la reforma político-electoral paralela al pacto- en realidad es la puerta de entrada de López Obrador al mismo pacto. ¿Por qué?
Elemental. Porque lo que está en juego en la reforma político-electoral planteada al interior del pacto y en la iniciativa paralela catalizada por Ernesto Cordero, Miguel Barbosa y Manuel Camacho, no es otra cosa que la discusión, el análisis y la negociación de las nuevas reglas del juego para la contienda presidencial de 2018.
Dicho de otro modo. Todos saben que en la discusión de la reforma político-electoral se establecerán las nuevas reglas de la llamada “cancha pareja”; reglas electorales con las que se jugará en la elección presidencial de 2018 y con las que el PAN y el PRD intenta superar el “fraude” de 2006 y la “elección a billetazos” de 2012.
Pues bien, frente a esa realidad -la de construir la nueva generación de reglas electorales para la contienda presidencial de 2018- aquel candidato, grupo político o partido que se quede fuera de la discusión y del debate para reacomodar las piezas, estará fuera de la contienda presidencial de 2018. Y está claro que López Obrador no pretende quedar fuera. Es evidente que será un jugador estelar en 2018. Por eso, a través de su escudero Manuel Camacho, AMLO ya se metió al pacto. ¿Qué pedirá a cambio? Lo veremos.
Por lo pronto se sabe que cuando el PRD, PAN y el PRI tuvieron todo listo para arrancar el Pacto por México, les informaron de la iniciativa tanto al presidente Calderón como a López Obrador -para invitarlos a que se sumaran al acuerdo político-. ¿Y que creen? Sí, que sea por soberbia, por rencor o por hígado, ninguno de los dos aceptó. Y claro, hoy a los dos se les queman las habas por meter las manos. Al tiempo.
EN EL CAMINO
No es ninguna novedad que está cerca el fin de Carlos Romero Deschamps. El pasado 5 de marzo, en ese espacio lo adelantamos así: “Otro de los prodigios metafísicos de la detención de La Maestra fue el sometimiento hasta niveles de abyección del otrora arrogante, despilfarrador y poderoso líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps. Y es que sabedor de la gorda y larga cola que arrastra, el jefe de la mafia petrolera del país no sólo se enfermó al ver el trato a su par, la señora Gordillo, sino que tiró la toalla. Dicen los que saben que negocia un ‘puente de plata’ para jubilarse con la promesa de impunidad, a cambio de permitir que por todos los rincones de Pemex ‘transite’ sin problemas la reforma energética, el cambio y modernización en la relación laboral de la empresa y el sindicato. Igual que decenas de líderes obreros y de ‘intocables’ de la casta divina sindical, Romero Deschamps ordena sus cuentas, trata de contener a sus derrochadores hijos y promete no dar espectáculos. Que nadie se sorprenda si en breve se jubila ‘por motivos de salud’”. Eso dijimos hace 85 días. Por cierto, el líder petrolero no es el único cacique sindical “en capilla”.