Por Verónica Carbajal García / columnista
*Y una crítica constructiva
Vacaciones decembrinas, millennials y centennials desbordan de contento porque no hay escuela, y porque es una de las temporadas más bonitas del año, para abrazar a la familia y gastar el tiempo con seres queridos, y porqué no, para leer un rato y desapegarnos un poco del Smartphone.
Hay una entrevista al filósofo español Emilio Lledó, donde dice: “La personalidad debe enriquecerse con la lectura, porque así se amplía el diálogo que mantenemos con nosotros mismos”, y como estoy de acuerdo con ello me preocupo por el futuro de nuestros niños cada vez menos lectores ¿cómo enriquecen ellos su personalidad? Pegados al celular, alejados de los libros, y sobre todo de los libros físicos, esos que huelen a tinta y se sienten tan bien entre las manos. El mismo filósofo dice que el tacto, “del objeto libro es también un objeto de la cultura”, y además indica que tener libros en casa te puede hacer sentir acompañado, “son mis compañeros y los miro y sé hasta dónde los compré y sé por qué los compré”.
Claro que en México siempre tenemos el pretexto de la crisis económica y lo ‘caros’ que están los libros; sin embargo, confío en que la Cuarta Transformación mejore en verdad la economía de los mexicanos y podamos tener suficientes recursos para comprar libros. Veremos, diría un ciego. Lo cierto es que estas vacaciones bien se pueden aprovechar para leer un poco más sobre el papel y no sobre la pantalla. Enfocar nuestra atención principalmente a los niños y jóvenes que tenemos en casa, y como dice Lledó hay que enseñarles a leer, “pero sobre todo hay que enseñarles la sensibilidad que implica el conocimiento de un lenguaje, enseñarles a mirar las palabras, a entenderlas, a elaborarlas, a conectarlas. En una palabra, a amar las palabras”.
A propósito de letras y palabras, este tema también lo abordó la joven escritora Sofía Clevit, quien presentó en Orizaba su libro “El frío azulado” de editorial Punto Creativo. Ella que estudio Literatura, con maestría en Desarrollo de la Educación y quien ha sido profesora de imberbes preparatorianos, y de juiciosos adultos a través de la “Biodanza”, dice “si no quieren leer, hay que leerles. Nosotros, leerle a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestros alumnos”.
Por cierto, su libro se recomienda para todas las edades y resulta deliciosa la lectura si se acompaña de la playlist que ella misma estructuró y está disponible en Spotify. Tan buena como la lista de poetas que forman parte de su historia, incluida en las páginas finales con enlaces Web para conocerlos mejor.
-“¿Qué cosa nueva hiciste hoy? ¿Qué creaste o leíste hoy?”- preguntó ella a quienes acudimos a escucharla. Y es que considera ella, escritora y poeta, que todos los días hay que hacer o crear algo nuevo, escribir o leer un nuevo poema, tener un pensamiento positivo, escuchar una nueva canción, hacer una buena acción; lo distinto de lo cotidiano que nos hace mantener la chispa, la alegría por la vida. Que gran consejo.
Ahora va una crítica constructiva a favor de la ciudad, en las últimas semana he visto que empiezan a dar lata los “baches” en varias calles del #pueblomágico de Orizaba y antes de que vuelva a ser llamada “orizabaches” como hace algunos ayeres -época en que Ayuntamientos no se ocupaban de la ciudad- es mejor señalarlo en espera de que se haga algo.
¿Dónde están? Pues aquí va la lista, algunos son pequeños otros más grandes, el asunto es que cuando los vehículos pasan ya se sienten, y cuando las personas caminan tienen que esquivarlos sobre todo si llovió porque se encharca el agua.
Los hay en: Norte 5 y Poniente 24; Poniente 24 entre Norte 5 y 5-A; Oriente 25 entre Norte 2 y Madero Norte; Norte 8 entre Oriente 25 y Poniente 27; Norte 8 y Oriente 25; Norte 8 y Oriente 27; y en Norte 4 entre Oriente 29 y 31. Además, es notorio que en muchas calles esos baches se han tapado con asfalto, seguramente para ahorrar dinero, pues abrir el cuadro completo para poner cemento nuevo debe resultar más caro, el problema es que siempre se reabren los hoyos y más en una ciudad como Orizaba donde el agua es persistente, de modo que el mismo hoyanco que se tapa se destapa al poco tiempo. Que el Ayuntamiento no dé pie a críticas de sus adversarios que ya hablan de que la ciudad no es la misma con esta nueva Administración. A quien corresponda:
¡hagan la chamba!
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