Tokio.- El balance de víctimas por los corrimientos de tierra de la ciudad japonesa de Hiroshima aumentó a 39 muertos y al menos 52 desaparecidos, y este viernes se temían nuevos daños en varias provincias del suroeste.
La prefectura de Hiroshima ordenó a unas 4 mil 300 personas que abandonaran sus casas y 164 mil personas más recibieron la recomendación de hacer otro tanto.
La noche del jueves volvió a llover y a lo largo de este viernes se esperaban violentas tormentas que hacían temer nuevos aludes de barro después de las mortíferas registradas la noche del martes al miércoles.
“Nos ocupamos primero de las personas que estamos la certeza de que han desaparecido, por ejemplo por testimonio de personas que los vieron arrastrados por el lodo, pero el número aumenta a medida que evaluamos la situación”, explicó a la AFP un responsable de la policía municipal de Hiroshima.
Las operaciones de búsqueda fueron interrumpidas la noche del jueves y estaban en marcha los preparativos para reanudarlas el viernes.
Más de 2.500 bomberos, policías y soldados de las fuerzas de autodefensa trabajaron el jueves con un calor asfixiante en los barrios de Asaminami y Asakita sin descubrir nuevos cuerpos.
“Sigue habiendo muchos desaparecidos”, deploró el primer ministro, Shinzo Abe, en una reunión de crisis. “Ordené no escatimar medios para encontrarlos cuanto antes y ayudara los refugiados”, añadió.
Todos los testigos hablan de tormentas inimaginables, de ruidos terroríficos y de un fuerte olor a tierra cuando se produjo la catástrofe.
Entre las víctimas figuran dos hermanos de 2 y 11 años atrapados en su casa, y un niño de 3 años que falleció en brazos de un socorrista. Según la prensa, su padre acababa de entregarlo a un experimentado bombero de 53 años suplicándole que “al menos salvara al niño”. Pero un nuevo alud de lodo arrastró al pequeño y al bombero que socorría a la familia. Los dos padres sobrevivieron.
Más mortíferos que muchos terremotos en Japón, donde las construcciones parasísmicas son eficaces, estos torrentes de tierra en parte líquida y mezclada con bloques de piedra son consecuencia de lluvias torrenciales: en tres horas cayó tanta agua como en un mes normal, según los meteorólogos.
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