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Adiós, adiosito, Gina

Superiberia

 

La señora Eme Ge (María Georgina Domínguez) vive horas, días y noches contadas.

Como vocera y directora de Comunicación Social del Gobierno de Veracruz se ha desgastado. Una política errónea la empujó al precipicio. Se disminuyó tanto como si fuera procuradora de Justicia, secretaria de Seguridad Pública. 

Incluso, hay quienes afirman que de continuar en el cargo… seguirá originando más daño al Gobernador.

Y es que ha perdido credibilidad. Y está “en el ojo del huracán”. Por eso, mejor su enroque en otro cargo como, al parecer, está considerado, a partir, digamos, de su lealtad perruna al jefe máximo, aún cuando, en contraparte, y no obstante tener de su lado a la mayor parte de los medios, los hechos y las circunstancias (inseguridad, desempleo, bajo nivel educativo, cuestionable política de salud) la rebasaron.

Tanto que, por ejemplo, a la señora Eme Ge le ha tocado “bailar con la más fea”: diez reporteros y fotógrafos asesinados, como en ninguna entidad federativa del país. Tres reporteros desaparecidos, como si en Veracruz estuviéramos en la guerra del Medio Oriente. Ni siquiera, vaya, en Michoacán, con el gobernador Fausto Vallejo con su frase bíblica: “Me quedo, me quedo y me quedo”.

Adiós, adiosito, Gina, salvo, claro, que de pronto un milagro llevara a un revire. Pero cuando, y hasta donde se sabe, si se sabe bien, en la oficina principal del Palacio buscan con lupa como Diógenes a un vocero, solo resta el adiós.

 

EL JEFE DE PRENSA DE DOS GOBERNADORES

Y, bueno, si nos vamos a la historia, y aún cuando faltan dos años con diez meses, todavía existe suficiente tiempo para otros voceros más.

Por ejemplo:

Fidel Herrera Beltrán tuvo dos directores de Comunicación Social (Alfredo Gándara y Verónica Reynaud), aún cuando “El tío” era su propio jefe de prensa.

Miguel Alemán Velasco despachó con dos voceros: Sabás Huesca Rebolledo (a quien encarceló en el penal de Pacho Viejo) y Raúl Peimbert Díaz.

Patricio Chirinos, uno solo: Miguel Melchor López Azuara.

Dante Delgado, cuatro: Roberto Villarreal, Orlando García, Juan Antonio Nemi Dib e Ignacio Oropeza López.

Fernando Gutiérrez Barrios, gobernador de dos años, uno solo.

Agustín Acosta Lagunes, tres: Cecilio García, Rafael Arias y Ángel Leodegario Gutiérrez.

Rafael Hernández Ochoa, cuatro: José Miranda, Lino Villanueva, el poblano Manuel Equis y José Luis Couttolenc Soto, ya como encargado del despacho.

El gran antecedente todavía es Víctor Cuauhtémoc Naranjo, quien fuera jefe de prensa uno tras otro de dos gobernadores: Rafael Murillo Vidal y Fernando López Arias.

Y es que, bueno, lidiar, por un lado, con la prensa, donde por lo regular cada uno se siente un general de cinco estrellas, Batman dijeran por ahí, La Mujer Maravilla, y por el otro, con los hechos, y más en tiempos revueltos y turbulentos, es como pelearse con una mujer… que significa “pelearse con 200 hombres al mismo tiempo” cuando, según “El tío” le dijera su madre a la hora de su partida, para siempre, de Nopaltepec, a conquistar el mundo.

 

GUTIÉRREZ BARRIOS, SU PROPIO JEFE DE PRENSA

El desgaste, pues, es canijo. Y más cuando se cometen pifias. Peor tantito, cuando hay ceguera y a nadie se escucha. 

Y es que, y como afirma Norman Mailer, un político necesita “un buen olfato para los problemas reales”.

Además, claro, de la experiencia, y la prudencia y la tolerancia y la paciencia y la diplomacia.

Fernando Gutiérrez Barrios lo resumía de la siguiente manera: “Si el pueblo dice que al mediodía es de noche es hora de encender las farolas”.

También, con otra frase bíblica: Más vale el libertinaje en la prensa que la represión.

Sensible a los medios, don Fernando contestaba el teléfono en el despacho de gobernador hasta al reportero del medio más sencillo y humilde, el periodiquito, digamos, de cuatro hojas. Fue, incluso, su propio jefe de prensa, de tal modo que la oficina de Comunicación Social servía para los boletines y las fotografías.

 

PIFIAS

Pero en los últimos tres años y casi tres meses, las pifias han sido, entre otras, las siguientes, además, y por ejemplo, de la violencia en sí misma:

Uno: negociar con los medios el silencio ante la realidad, como si así dejara de existir. Las redes sociales (Twitter y facebook), internet, Radio Bemba, la comunicación vecinal, se encargaron de reproducir los hechos tal cual.

Dos: silenciar a una parte de la prensa a cambio del billete fácil.

Tres: crear una red de texto-servidores para denigrar a quienes publicaran la realidad tal cual desde trabajadores de la información hasta políticos incómodos. 

Cuatro: operar una cadena de tuiteros para calumniar y difamar a los trabajadores de la información incómodos, incluso, hasta metiéndose con la vida privada, y lo peor, inventando patrañas sobre la vida privada de los demás.

Cinco: presionar a los dueños de los medios y/o al cuerpo directivo para despedir a reporteros indeseables, y en todo caso, para reasignarlos a otras fuentes. 

Seis: suscribir alianzas con algunos secretarios del gabinete, mientras otros fueron marginados en el manejo de sus acciones de Gobierno.

Siete: intimidar y mostrar el puño a una parte del gabinete para someterlos. Incluso, el mismo gabinete empezó a llamarle “la vicegobernadora” y que luego trascendiera en los medios. 

Ocho: en todo caso, a la señora Eme Ge se le olvidó, por ejemplo, el principio fundamental de Joseph Goebbels, el genio de la comunicación social y política en el mundo: “Despreciar la actitud provocativa e insultante de una parte de la prensa… sin contestar a sus ataque” (Diarios de Goebbels).

Nueve: dueña de casi toda la prensa local y una que otra nacional a base del subsidio, embute, convenio, alianza (como se le quiera llamar), la vocera terminó apropiándose de la mayor parte de los medios y en el exceso ella solita se empinó y terminó desgastada.

Diez: por supuesto, creó lealtades; pero en ningún momento a partir de los hechos y resultados de una política de gobierno (que pueden ser, y/o son significativos, pero mal comunicados), sino lealtades erigidas con cargo al erario. Y lealtades así están sostenidas con alfileres. 

Y es que, asegura el dicho popular, cuando como en el caso de la señora Eme Ge… se nada contracorriente… se termina electrocutado. Ella sirvió al jefe, pero se le pasó la mano con la prensa que la irritaba y desencajaba.

 

FUNCIONARIA BAJO 

SOSPECHA

La vocera será premiada, según se sabe, con otro cargo. Es leal a su jefe. Y a la familia del jefe. Y a una parte, digamos, del gabinete. Se la jugó, pues, por el jefe. A su modo.

Pero, al mismo tiempo, se excedió en la confianza, utilizó la confianza para imponerse, gracias a su maestría y doctorado en Quintana Roo con Mario Villanueva, “El Chueco” que de tan chueco terminó en el penal de Almoloya y ahora en una cárcel de Estados Unidos.

Y, bueno, de si aprovechó los tres años para también garantizar su futuro con su par de residencias en la comunidad “La Pitaya”, en Coatepec, un periódico, un par de estaciones de radio que ella misma ha negado, un restaurante, un salón de fiestas (más lo que se ignora), el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, y la Comisión de Vigilancia del Congreso, y la Contraloría, y las auditorías internas y externas, y el mismo jefe máximo, sabrán si aplican el principio francés de “dejar hacer y dejar pasar”.

Así, y de acuerdo con las versiones, sería premiada con otro cargo, como ha sido el caso de, y entre otros, Harry Grappa, Guillermo Herrera, Fabrizio Aguilar, Tomás Carrillo Sánchez, Marcelo Montiel Montiel, Francisco Valencia, Gerardo Buganza Salmerón, Salvador Manzur Díaz y Vicente Benítez, “El santo señor de las maletas voladoras”, y lo que, bueno, habla, de un gobernador magnánimo con los suyos…, y al mismo tiempo, demasiado generoso, porque encima de todos ellos están, primero, la Constitución Política, y segundo, los 8 millones de veracruzanos, de los cuales 6, 7 millones viven en la pobreza, la miseria, el desempleo, los salarios de hambre y la migración.

Y todavía para terminar de joder, atrapados en el miedo y el temor y la incertidumbre y la zozobra por tanta inseguridad.

 

EL BILLETE… A CAMBIO DEL INCIENSO MEDIÁTICO

La señora Eme Ge dejará la vocería, sin nunca, jamás, haber rendido cuentas de las relaciones comerciales entre el Gobierno de Veracruz y los magnates periodísticos, tanto con la prensa jarocha como defeña.

Siempre ha argumentado que el monto de las llamadas alianzas editoriales se trata de un asunto de seguridad nacional, cuando por encima de cualquier gobernante el pago a la prensa escrita, hablada y digital es con cargo al erario, un dinero captado con el pago de los impuestos del contribuyente y, por tanto, tarea fundamental su transparencia.

Y más, porque en algunos casos se habla de embutes mensuales de hasta 6 millones, 4 millones y 2 millones de pesos a unos medios. Claro, en el último semestre de 2013 el subsidio mensual fue reducido, se afirma, al 50 por ciento, cuando, en todo caso, y desde el año 2011 debió reducirse a cero, pues un medio vive, se entiende, de la circulación, el rating y la publicidad comercial.

Y si en todo caso, el Gobierno de Veracruz necesita publicitar programas, hechos y resultados, entonces, puede comprar espacios de una plana, media plana, un cuarto de plana, un octavo de plana para publicitarse.

Sin embargo, y además de la compra de tales espacios han venido otorgando una iguala mensual a la mayoría, sin excepción, de los que nunca la señora Eme Ge quiso informar a la ciudadanía.

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