Córdoba.- La cultura de la muerte y el desprecio a la vida se está apoderando de los habitantes hasta convertirlos en “animales” que no respetan lo sagrado del cuerpo humano.
Por lo anterior, durante la 18° Asamblea Diocesana la inseguridad y la pérdida de valores fueron temas fundamentales.
Dicho evento concluyó ayer jueves, con la participación de más de 400 asistentes, entre laicos y sacerdotes.
Luego de tres días de trabajo ininterrumpido y con la participación de 79 sacerdotes, 10 seminaristas y 12 religiosas y laicos, monseñor Eduardo Patiño Leal sostuvo que hay temas de gran importancia, como la Seguridad.
“Actualmente hay una desvalorización de la vida y del respeto al cuerpo humano y esto se ve reflejado en cada uno de los asesinatos y descuartizamientos, cuyos responsables merecen ser juzgados ante Dios”, aseveró.
“Hay una irracionalidad de parte de estas personas, las cuales llegan a perder todo escrúpulo y conciencia. Quienes hacen estos actos tienen algún tipo de enfermedad. Son cuestiones que se pueden ver como ‘armas políticas’ con el fin de crear confusión entre la gente. Los responsables deben ser consignados”, agregó el párroco. Insistió en que por ello, durante la Asamblea Diocesana, se fijaron acciones concretas para la atención de situaciones sociales denominadas “megatendencias”, entre las que se encuentra el análisis y la conversión personal y pastoral, es decir, que cada quien debe asumir en su vida la fe ante Dios y hacia el prójimo.
También se abordaron los modos para atender los desafíos que existen en la sociedad, desde la migración, la atención y cuidado al medio ambiente, hasta la inseguridad.
Aunque consideró que dicha problemática es resultado de una crisis de valores y de una moral que afecta a todos por igual.
“Se tiene que buscar cómo fortalecer el trabajo en los niños y jóvenes, a fin de dotarlos de actividades que los unan y les sirvan en su crecimiento. Queremos que no se separen de la comunidad, ayudándolos a profundizar en sus ideales para llevarlos hacia el bien”, comentó.
La falta de espacios que promuevan la sana convivencia hace que los jóvenes sean víctimas y “presas” fáciles de los delincuentes, por ello una de las necesidades es pedir a los municipios más lugares seguros.