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Activo, el Servicio Postal Mexicano

Superiberia

Orizaba.- ¿Hace cuánto que no toma una hoja en blanco y escribe una carta? ¿Sabe dónde se encuentran los buzones para enviarla? O, ¿es usted más partidario del correo electrónico?

 

La historia del servicio postal es tan antigua como la humanidad y se remonta a épocas en que los mensajeros eran verdaderos atletas, dedicados a llevar y traer noticias, así como documentos para la nobleza, casta sacerdotal y preferentemente para los militares.

 

En la actualidad, según datos de Correos de México, oficina Orizaba, donde mensualmente se realizan unas 40 mil operaciones, siete de cada 10 sobres contienen estados de cuenta, recibos telefónicos, bancarios o promociones de tiendas departamentales, envíos y recibos de mercancías, el resto son correspondencia social, utilizado para el envío de documentos o el carteo habitual. De esta manera, Correos de México es una fuente de trabajo que ocupa a nivel nacional a 14 mil carteros, 55 de ellos en nuestra ciudad.

 

El Día del Cartero y del Empleado Postal fue establecido en 12 de noviembre de 1931 en México, como un reconocimiento a la obra que realizan los trabajadores; en el año de 1947 se imprimió un timbre dedicado a ellos.

 

Correo quiere decir “el que corre”

 

En México había carteros desde antes de la llegada de los españoles; en ese entonces se utilizaba el servicio de postas que era llevado a cabo por corredores rápidos y fuertes que recorrían grandes distancias para llevar las noticias de un tlatoani o rey a otro.

 

Los aztecas idearon un sistema de relevos; para que los mensajes llegaran más rápido colocaron torres en los caminos, como cada 10 kilómetros de distancia, donde esperaba el relevo que llegaría hasta la siguiente torre; antes también llevaban paquetería como joyas, telas y hasta alimentos.

 

La evolución del correo en México

 

En la época Colonial fue más sencillo el trabajo porque utilizaban caballos que habían sido traídos de España, pero también fue más peligroso porque había muchos asaltos.

 

A partir de 1579 fue establecido el correo en Yucatán, luego se fundaron las primeras oficinas formales en Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero y Guanajuato, después se sumó el servicio de estafetas o correo especial y diplomático surgiendo oficinas postales en Aguascalientes y en otras poblaciones; así se fue estableciendo el servicio de correos de manera formal. Para la época del Imperio de Maximiliano fue cuando se empezaron a colocar los buzones y a usar los sobres postales.

 

En 1910 Porfirio Díaz ordenó la construcción del edificio de correos o palacio postal, que se encarga de organizar la correspondencia y todavía está ubicado en el centro de la Ciudad de México. Además, en esa época se agilizó el reparto gracias al servicio del ferrocarril.

 

En la actualidad aunque cada vez aumentan y son más eficientes los medios de comunicación modernos y por ello son menos las cartas personales que se envían por el servicio postal, ningún medio ha logrado reemplazar totalmente al sistema de correos; que actualmente también hace uso de la tecnología y ofrece su página web.

 

Tan sólo en la región de las Altas Montañas son cerca de 30 municipios los que abarca la oficina actual de correos en Orizaba, con suboficinas, 10 para ser exactos, colocadas en las faldas del volcán y Sierra de Zongolica, con los que se cubre al 100 por ciento la totalidad de los municipios.

 

A pie, en bicicleta, en motocicleta o en auto, hoy en Día los carteros continúan realizando su labor, como quiera que sea logran llevar la correspondencia hasta cada hogar. Por eso en este su día se extiende una cordial felicitación a todos los carteros y empleados postales del país, portadores de buenas noticias, alegrías y emociones sinigual.

 

La nostalgia del papel

 

Para quienes nacieron antes de la “fiebre informática”, las cartas fueron algo más que un simple papel y remite a muchas personas a la época en que hacían pequeñas obras de arte con lápices de colores, crayolas, tijeras y pegamento en barra, con los que transformaban la hoja en un objeto valioso que transmitía sentimientos y al que nunca podía faltarle un sello personal.

 

¿A poco nunca recibió una estampada con un beso o las perfumadas? Sí que valía la pena conservarlas, porque aunque exigían más ingenio, nos hacía sentir especiales. De esas viejas cartas queda poco, porque aunque ganamos rapidez perdimos dedicación.

 

No era el simple hecho de escribir, hacerlo bien y con limpieza. ¿A poco no recuerda el sabor del pegamento al pasar la lengua por aquella delgada línea amarilla para sellar el sobre?

 

En verdad que el proceso requería mucho más que el moderno y fugaz “TQM” que a veces cuesta tanto creer. Ahora es tan sencillo pero irónicamente, de todo lo que recibimos, la mayoría son “cadenas o reenvíos” que saturan nuestros buzones electrónicos, donde sólo algunos mensajes realmente son de nosotros.

 

“Con las nuevas tecnologías encontramos un medio de contacto inmediato, pero no de sentimientos”, coincidieron estudiosos de la comunicación en la región, quienes incluso creen que el desuso de las cartas se traduce en algo más.

 

“Hay muchachos que no saben que existen las cartas, menos redactarlas, pero también desconocen cómo plasmar sus ideas en un documento, hasta ese punto ha impactado el abandono del lenguaje escrito”, reconocieron.

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