Córdoba.- La noche de ayer, miles de fieles participaron en la solemne Procesión del Silencio. A pesar de las bajas temperaturas, y la brisa, los asistentes cumplieron como cada año.
Con veladoras en mano, los asistentes acompañaron a la Virgen María con la figura de la Virgen de la Soledad en su sentimiento y luto tras la perdida de su hijo; el recorrido salió de la Catedral para dirigirse por la avenida 3 hasta la calle 13, y posteriormente hacia la avenida 1, hasta la calle 4, para nuevamente retornar al templo por la avenida 3.
La Virgen de la Soledad fue acompañada en su dolor a su vez por San Juan, María Magdalena y San Pedro, quienes en representación se sumaron a la tristeza que tiene la Iglesia de ver a Cristo muerto.
El momento cumbre fue al arribo de los dolientes, quienes encabezados por el obispo de la Diócesis de Córdoba, Eduardo Patiño Leal, circularon a paso lento sobre la avenida 1, ocasionando que las luces se apagaran en señal de luto, al recordar el gran amor de Dios que con su muerte, salvó a la humanidad.
“Necesitamos silencio”
Una vez en el interior de la Catedral, los presentes dieron el pésame a la Virgen María, acto seguido, de la lectura del rosario.
Al respecto, Monseñor Patiño Leal destacó la importancia de contar con un poco de silencio, haciendo alusión a aquellos momentos en los cuales se necesita acallar el ruido externo para poder acercarnos a Dios.
“Esta procesión en silencio es simplemente para recordarle al mundo que necesitamos silencio para poder entrar en la presencia de Dios, y aunque lo podemos encontrar en cualquier lado a veces el ruido de la vida nos distrae mucho y nos dispersa. El silencio nos da valor”, comentó Patiño Leal.
Yessica Martínez Argüelles
El Buen Tono