AGENCIA
Acapulco.- En el primer fin de semana después del embate del huracán Otis, el puerto de Acapulco se encuentra sumido en un inusual silencio, ya que la actividad turística ha desaparecido por completo. La economía local se halla paralizada, con la mayoría de los negocios cerrados, ya sea por los estragos causados por el huracán o por actos de saqueo. En esta situación crítica, los dueños y empleados se esfuerzan por resguardar lo poco que les queda de su patrimonio o fuente de trabajo.
Cuatro días después de la devastación, la mayoría de los acapulqueños no se ha presentado a trabajar, especialmente en el sector de servicios, que generalmente tiene su actividad más intensa durante el fin de semana. En muchos casos, se han colocado anuncios o se ha comunicado verbalmente a los trabajadores que no habrá empleo. Aquellos que aún conservan sus empleos se dedican a la vigilancia de hoteles, comercios y empresas que todavía no han sido saqueadas.
Armados con machetes y palos, estos vigilantes se mantienen en guardia día y noche. Uno de ellos, que solía ser vendedor de muebles, expresó su frustración diciendo: “El arribo de la Guardia Nacional no sirve de nada, no actúan. Ven que la gente se mete a los comercios y no hacen nada, ven que llevan carritos del supermercado llenos de objetos robados y no son detenidos. El Ejército y la Guardia Nacional dicen que no pueden actuar”.
De forma anónima, insistió: “No habrá empleo en unos meses. No sabemos si mañana este negocio va a cerrar, pero si queremos que de nuevo se reactive el comercio, debe haber seguridad y debe parar la rapiña y los robos. En esas condiciones, nadie se arriesga”.
Los propietarios de negocios que aún no han sido saqueados o que todavía cuentan con objetos susceptibles de ser robados han decidido establecer guardias en sus establecimientos y pernoctar en sus puertas para evitar que los saqueadores se lleven lo que les queda.
En este momento, no se vislumbra un proceso de reconstrucción y la actividad turística está completamente detenida. Otras actividades económicas, como la pesca y la agricultura, han pasado desapercibidas, sin signos de reactivación.
Incluso los trabajadores domésticos han cambiado sus roles; aquellos que solían desempeñar labores de jardinería o limpieza en condominios ahora forman grupos de vigilancia en los alrededores de las propiedades. Su tarea consiste en prevenir que los curiosos en motocicletas ingresen a robar objetos o valores de las casas de descanso cuyos propietarios residen en otras ciudades. La inseguridad y la rapiña se han convertido en desafíos que deben abordarse de manera inmediata para restaurar la estabilidad en Acapulco.