
Efraín Hernández
El Buen Tono
Córdoba.— A unos días de que se cumplan 34 años del incendio en la planta de plaguicidas Anaversa, ocurrido el 3 de mayo de 1991, la memoria de una de las peores catástrofes químicas en la historia del país ha vuelto a encender el reclamo de justicia y reparación. Esta vez, con una propuesta legislativa que busca no solo conmemorar el suceso, sino también prevenir que algo similar vuelva a repetirse en México.
La senadora Laura Itzel Castillo Juárez presentó una iniciativa para declarar el 3 de mayo como Día Nacional de Prevención de Desastres Químicos, una propuesta que tiene como eje el reconocimiento oficial de la tragedia de Anaversa y sus efectos a largo plazo. “Durante décadas se minimizó lo ocurrido. No fue un accidente, fue el resultado de una negligencia estructural y la falta de regulación en el manejo de sustancias tóxicas”, dijo la legisladora, acompañada de activistas y sobrevivientes.
El siniestro, ocurrido a las 13:30 horas, cuando la fuerte explosión liberó una nube de sustancias peligrosas —entre ellas dioxinas y furanos— sobre zonas densamente habitadas de Córdoba. La planta operaba sin protocolos adecuados y los cuerpos de emergencia que acudieron al lugar no contaban con equipo especializado. Las consecuencias se extendieron durante años: enfermedades, secuelas genéticas y una comunidad desprotegida ante la falta de seguimiento institucional.
