México, D.F.- Este domingo no había, como sucede cada fin de semana en la Ciudad de México, un ciclotón en Paseo de la Reforma al que acuden miles de personas en bici y patines. Lo que había era un pejetón: miles y miles de personas marchaban desde el llamado Ángel de la Independencia hasta la Glorieta de Colón, convocadas por Andrés Manuel López Obrador para protestar contra las reformas energética y hacendaria.
Por segunda ocasión consecutiva, el ex candidato presidencial no podía llegar al Zócalo, hace unas semanas por el plantón de los maestros, ahora por el centro de acopio que se ha instalado ahí para recibir ayuda cuyo destino será los damnificados por los desastres climáticos en diversos estados del país (Andrés Manuel pedía un minuto de silencio por los muertos en esas calamidades).
Pero eso sí, esta vez los maestros de la CNTE se sumaban a la movilización en la que habían militantes de Morena y del PT, algunos pocos del PRD, y organizaciones sociales como los trabajadores tranviarios, además de jóvenes estudiantes.
La mayoría de los manifestantes llegaban por su propio pie, familias enteras, simpatizantes de hueso colorado de López Obrador, amorosos del tabasqueño (una mujer en sus años cincuenta se quitaba una camiseta y dejaba sus senos al aire: en los pezones se colocaba dos calcomanías de AMLO y en los pechos se tatuaba: “Pemex no se vende”, mientras que en la espalda se pintaba: “Yo sí tengo huevos”).
Otros eran acarreados: nada más en la calle de Morelos, que desemboca a la Glorieta de Colón donde estaba el templete, se estacionaron 106 autobuses que transportaban gente de diversos estados, como Oaxaca, Guerrero, y el Estado de México.
“No somos acarreados”, se enojaban algunos cuando se les preguntaba. “Somos simpatizantes a los que nos rentaron un camión”, refutó un hombre de sombrero, pero no respondió quién pagó el transporte, aunque buena parte de los buses llevaban cartulinas de Morena.
AGENCIAS