
En un duelo cargado de emociones, golpes y remontadas, el tijuanense Jonathan Aranda escribió una de las páginas más heroicas de la temporada para los Rays de Tampa Bay. El mexicano no solo conectó el batazo de la victoria, también se levantó de un brutal choque que lo dejó sangrando para convertirse en el protagonista absoluto del triunfo 10-8 sobre los Yankees de Nueva York.
El drama comenzó en la quinta entrada, cuando Aranda persiguió con valentía un foul de Trent Grisham. Con la mirada fija en la pelota, no vio venir al receptor Ben Rortvedt, con quien chocó de forma violenta. El impacto lo dejó tendido en el césped, con la nariz sangrando y el rostro desencajado. A pesar de la evidente herida, y tras ser atendido con gasas, agua fría y un cambio de camiseta, Aranda regresó al campo con una cortada en la nariz y un moretón que hablaban de su entrega.
Pero lo mejor estaba por venir. En la décima entrada, con el marcador empatado y el juego colgado de un hilo, Jonathan Aranda tomó el bate y conectó un jonrón de oro por el jardín derecho, desatando la locura en el estadio y sellando la remontada para los Rays.
Los Yankees habían tomado una ventaja de 7-3 y parecían encaminados a su sexta victoria consecutiva. Sin embargo, una explosiva novena entrada de cuatro carreras, incluida una joya ofensiva de Brandon Lowe, empató el juego y preparó el escenario para el acto final de Aranda.
Una victoria con sabor a sangre, coraje y gloria. Así fue la tarde inolvidable de Jonathan Aranda, quien demostró que los héroes no solo se miden por sus estadísticas, sino por su corazón en el diamante.
