De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba.- El peor enemigo de un movimiento no siempre viene de afuera. A veces se disfraza, se mete por la puerta trasera y se sienta en la mesa como si fuera de casa. Ese es el caso del facturero del crimen organizado, Manuel Alonso Cerezo, el candidato impugnado de Morena que llegó sin base, sin historia y sin ideales, pero con una sola misión: convertir al partido en el basurero del panismo reciclado.
Sí, Córdoba lo está viendo con indignación: el mismo PAN que saqueó esta ciudad, que gobernó con soberbia, y que dejó cuentas manchadas de corrupción, hoy encuentra cobijo ¡en las filas de Morena!… gracias a Alonso Cerezo.
Él no llegó para representar a la 4T, llegó para vaciarle el alma y llenarla de cuotas, favores y complicidades. Su planilla no representa al pueblo, ni a la izquierda, ni al obradorismo. Representa a los que vieron en Morena la oportunidad de seguir viviendo del erario pero ahora vestidos de guinda.
Y no hay ni un intento por disimular. Con cinismo absoluto, Alonso Cerezo ha abierto las puertas a panistas de cepa, a ex funcionarios grises, a operadores del viejo régimen que ayer aplaudían a Leticia López y hoy simulan transformarse por conveniencia.
¿Dónde quedó el “no mentir, no robar, no traicionar”? Sepultado bajo la planilla más impresentable de los últimos procesos. Con Manuel Alonso, Morena Córdoba no sólo perdió el rumbo, se arrodilló ante lo que juró combatir, y mientras la militancia real es humillada, ignorada y desplazada, el candidato impuesto reparte espacios como botín, como cuota, como pago de protección.
Que no les sorprenda: así operan los que vienen de la escuela del saqueo, del disfraz y del doble discurso.
Manuel Alonso Cerezo no vino para sumar, vino a clavarle el puñal al corazón de Morena.
Y lo peor, es que lo está haciendo con la venia de quienes, por ambición o por cobardía, lo continúan justificando.
