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Ciudad de México.- Ante el creciente descontento de miles de contribuyentes que aún no reciben la devolución de impuestos correspondiente al ejercicio fiscal 2024, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) respondió con un mensaje escueto y legalista: la ley le permite hasta 40 días hábiles para realizar el depósito. Lo que no respondió fue la pregunta clave: ¿hay dinero para devolver?
En redes sociales, las quejas se han multiplicado. Usuarios reportan que tradicionalmente las devoluciones llegaban en un plazo de entre 5 y 12 días hábiles, pero este año, el silencio y la opacidad han sido la constante. El SAT se ha limitado a replicar por medio de mensajes automatizados en X (antes Twitter):
“Buen día, el tiempo de validación y pago de tu solicitud en caso de ser procedente es de hasta 40 días hábiles, saludos”.
La dependencia se ampara en el Artículo 22 del Código Fiscal de la Federación (CFF), que le concede ese plazo, pero omite cualquier explicación sobre los retrasos inusuales y las diferencias con administraciones anteriores, donde el proceso era más ágil.
El panorama se volvió aún más turbio luego de que el medio Publimetro publicara declaraciones del expresidente de la Condusef, Mario Di Costanzo, quien advirtió que el SAT podría estar enfrentando problemas de liquidez. Según Di Costanzo, “todo indica que no tienen dinero para pagar las devoluciones”.
Frente a estas acusaciones, el SAT ha optado por el silencio total, dejando a millones de contribuyentes en la incertidumbre y sin una respuesta clara. La justificación técnica de los 40 días hábiles se convierte, así, en una evasiva ante una posible crisis financiera interna.
Si se toma en cuenta ese plazo máximo, quienes realizaron su declaración a principios de abril podrían recibir su devolución hasta mediados de junio, y quienes lo hagan hasta el límite legal del 30 de abril, hasta finales de junio.
Mientras tanto, la confianza ciudadana en el sistema fiscal se erosiona rápidamente, al igual que la paciencia de los contribuyentes. El SAT, en lugar de rendir cuentas claras, se atrinchera en la ley, sin asumir responsabilidad ni ofrecer certidumbre.
