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Grupo de Leticia 4p3st4 en el PAN; marcado por corrupción, desvíos y simulación

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Efraín Hernández

El Buen Tono

CÓRDOBA.-  El gobierno municipal de Leticia López Landero (2018-2021) no sólo fue una decepción: fue un desastre con sello de corrupción. A su paso dejó 218 millones 254 mil 570 pesos en observaciones por desvíos de recursos, obras públicas fallidas, seguridad simulada, y un Ayuntamiento hundido en el descrédito social. Su administración es hoy una vergüenza pública de la que nadie quiere hacerse cargo.

Este jueves, en un intento desesperado por volver al escenario político, ofreció una rueda de prensa en la que intentó lavarse las manos y culpar a otros por el derrumbe del PAN en Córdoba. Pero ni su discurso ni su amnesia selectiva convencen: fue su administración la que fragmentó al partido, lo debilitó frente a la ciudadanía y lo dejó sin rumbo. Hoy, ese pasado pesa, y mucho.

Militantes panistas de trayectoria han sido claros: no quieren volver a cargar con el costo político de su gestión. Porque fue precisamente durante su gobierno cuando Acción Nacional tocó fondo en Córdoba. Su legado está escrito con letras mayúsculas: corrupción, opacidad y simulación.

Y si algo dejó claro el rechazo generalizado es que la ciudadanía tampoco olvida. Las obras que debían mejorar la vida pública, como el paso a desnivel del barrio de La Estación, terminaron como monumentos al despilfarro. Inconcluso, mal planeado y con irregularidades técnicas, ese proyecto resume el caos que fue su administración. Lo mismo ocurrió con la remodelación del mercado Revolución, que pese a haberse ejecutado por etapas, fue entregado sin luz eléctrica. Afectó a cientos de comerciantes y mostró el abandono institucional que caracterizó a ese gobierno. Y como cereza del pastel están las famosas “torres blindadas”, estructuras costosas que no sirvieron para nada. Prometían seguridad, pero blindaron la ineficiencia y la simulación, convirtiéndose en emblemas del derroche y la mentira.

El daño patrimonial de más de 107 millones de pesos detectado por el ORFIS sólo en su último año como presidenta municipal, sigue sin aclararse. Y mientras las cuentas siguen pendientes, Leticia López intenta ofrecerse a quien la acepte, incluso en Morena, en lo que panistas califican como una jugada marrullera y oportunista.

Por eso no sorprende que el candidato actual del PAN haya decidido deslindarse por completo del grupo político que ella representa. De hecho, hay quienes afirman que no quiere que lo relacionen con ese gobierno corrupto, porque sabe que eso le resta votos. Y tienen razón.

La administración de Leticia López no fue solo fallida, fue tóxica. Y su intento de regresar al debate público sólo revivió el profundo desprecio que genera entre los cordobeses. Ni el PAN la quiere cerca, ni la ciudadanía quiere recordar su desastroso paso por el gobierno. Fue, sin duda, una de las peores administraciones en la historia del municipio.

Hoy, Córdoba exige cuentas, no excusas. Y quienes saquearon la confianza pública no pueden regresar como si nada. El pasado tiene memoria, y ese pasado es la gestión de Leticia López: símbolo del cochinero del que nadie quiere ser parte.

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