
La temporada de lluvias que comenzó en Bolivia en noviembre de 2024 continúa cobrando un alto precio humano y material. Según el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, hasta el momento, 55 personas han perdido la vida debido a deslizamientos de tierra e inundaciones. Además, ocho personas siguen desaparecidas, mientras que un total de 590.529 familias han sido afectadas, ya sea de manera directa o indirecta por los devastadores fenómenos naturales.
Las regiones más golpeadas por esta catástrofe han sido La Paz, Santa Cruz y Potosí. En estas áreas, se han evacuado 103 familias y se han registrado graves daños en 6.174 comunidades a lo largo del país. Con un total de 232 municipios afectados, Bolivia enfrenta una de las emergencias más graves de los últimos años, con 1.204 viviendas completamente destruidas.
Las autoridades han activado el “Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas”, que desde el 1 de noviembre de 2024 ha estado brindando atención de emergencia, realizando rescates y entregando ayuda humanitaria. Este esfuerzo ha involucrado a más de 4.000 militares, movilizados para enfrentar la crisis. La ayuda humanitaria entregada hasta la fecha alcanza los 3 millones de bolivianos, y el gobierno ha comprometido 31 millones adicionales para el alquiler de maquinaria pesada en los municipios más afectados.
El impacto de las lluvias también ha sido devastador en la región amazónica de Beni, donde la inundación de tierras de pastoreo obligó a los ganaderos a trasladar sus reses en barcazas de madera. Ante la falta de acceso terrestre, el gobierno boliviano ha solicitado la ayuda de la Armada para transportar hasta 40 toneladas de ayuda humanitaria hacia las comunidades indígenas, utilizando un barco hospital para llegar a zonas inaccesibles por aire o tierra.
El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) ha advertido que las lluvias persistirán durante el mes de abril, lo que podría generar más desbordamientos de ríos y agravar la situación en varias regiones del país. En medio de esta crisis, las autoridades bolivianas continúan trabajando incansablemente para mitigar los efectos de esta temporada de lluvias que, lamentablemente, sigue dejando un saldo negativo tanto en vidas humanas como en la infraestructura del país.
