AGENCIA
Tamaulipas.- El Mezquital, un antiguo paraíso turístico en la costa tamaulipeca, se ha convertido en una zona fantasma, marcada por el abandono y el dominio del crimen organizado. La otrora bulliciosa playa, refugio de la tortuga marina, ahora es un paisaje de palapas destruidas, restaurantes cerrados y calles vacías, donde la pesca ilegal y el contrabando se realizan a la vista del Cártel del Golfo.
Pescadores y comerciantes, conscientes del control criminal, evitan hablar del tema. “Aquí no hay policía, antes había”, dice un vendedor de ostiones que sobrevive con la poca clientela de los fines de semana. El temor es evidente, pues la vigilancia en la zona no proviene de las autoridades, sino de personas que reportan cada movimiento.
El abandono no se limita a la costa. En el centro de Matamoros, el deterioro económico se refleja en locales vacíos, restaurantes cerrados y carteles de “Se vende” y “Se renta”. Empresarios de la zona confirman que las extorsiones y las cuotas son un factor clave en el colapso comercial, pero pocos se atreven a denunciarlas.
“El miedo es el protagonista de muchos negocios”, admite Abraham Rodríguez Padrón, presidente de la Cámara de Comercio, quien señala que la cifra negra de extorsiones sigue creciendo sin garantías de protección para quienes denuncian.
Al caer la noche, el silencio se apodera de la ciudad. Las calles quedan desiertas y la vida nocturna es mínima, salvo en las zonas donde el crimen mantiene su presencia activa. Mientras tanto, las autoridades locales priorizan desfiles, festivales y eventos mediáticos, dejando en el olvido la seguridad y el bienestar de los habitantes.
Matamoros es una ciudad atrapada entre la violencia, el abandono y la resignación, donde la inseguridad ha desplazado al turismo y la economía, dejando tras de sí un panorama desolador.
Con la cantidad de alertas de viaje es normal, como ejemplo las recomendaciones del gobierno británico. Ellos están mejor enterados de la situación que las “autoridades” nacionales.
Y el que a pesar de todo ello, hace caso omiso y osa ir, lo agarran en el mismo aeropuerto, lo encierran en un cuarto, lo incomunican y pocos o nadie vuelven a saber de él.
Muy pronto así se verán las playas de todo el país.
