Agencias
México.- La influencia del “Niño Verde”, Jorge Emilio González Martínez, ha convertido al Partido Verde en una pieza clave del poder en México. En Quintana Roo, su feudo más lucrativo, ha logrado consolidar un control sin precedentes gracias a su alianza estratégica con el obradorismo. Aunque el discurso oficial promueve una transformación moral, la realidad muestra un escenario donde las reformas constitucionales y decisiones legislativas se subordinan a los intereses del grupo verde, convirtiéndose en herramientas para perpetuar el poder y los negocios del partido en el Caribe.
Bajo este esquema, instituciones clave como el Poder Legislativo y Judicial en Quintana Roo se han convertido en extensiones de los intereses del grupo, dejando de lado los principios democráticos. Nombramientos como el de Heyden Cebada Rivas, presidente del Tribunal Superior de Justicia, y Raciel López Salazar, fiscal general, reflejan una dinámica de poder basada en el clientelismo y la arbitrariedad. La falta de contrapesos y la complicidad legislativa permiten que el “Niño Verde” opere con total impunidad, consolidando un modelo de gobierno que prioriza sus intereses sobre el bienestar público.
Este poder no está exento de controversias. La figura de Jorge Emilio González ha estado vinculada a escándalos como la muerte de la modelo búlgara Galina Chankova en 2011, un caso que, pese a las evidencias, quedó sin resolución judicial. Hoy, el “Niño Verde” es símbolo de la contradicción entre la promesa de regeneración moral y la realidad de un sistema donde las alianzas políticas permiten a las élites lucrar con el poder sin consecuencias.