AGENCIA
Tamaulipas.- A lo largo de las costas de Tamaulipas, en el norte de México, dos especies relacionadas, pero tan distintas, han captado la atención de turistas y locales por igual. El coatí, amable y elegante, disfruta tranquilamente de la vida en el paradisíaco Cancún, mientras que su primo lejano, el mapache, ha transformado las calles de Tampico, Ciudad Madero y Altamira en un escenario de interacción con humanos. Pero lo que podría parecer una historia entrañable de fauna local, tiene también su lado oscuro.
Los mapaches, conocidos por su astucia y habilidad para la supervivencia, se han convertido en una plaga en el sur de Tamaulipas. Si bien en Playa Miramar, los turistas les dan de comer frituras y los graban en videos para las redes sociales, en las zonas urbanas su presencia ha sido vista con creciente preocupación. En el Mercado Municipal de Tampico, los comerciantes enfrentan la irrupción de estos animales, quienes, al no encontrar enemigos naturales, se han asentado en áreas tan insospechadas como hospitales y mercados. De hecho, en el Hospital General del ISSSTE en Tampico, los mapaches deambulan por consultorios y quirófanos, dejando una estela de caos.
La invasión de estos mamíferos responde a la alteración de su hábitat por la expansión urbana y la constante oferta de restos de comida proporcionados por los pescadores. Los mapaches, al igual que los cocodrilos y leyendas de extraterrestres que adornan la región, se han convertido en una atracción turística. En la costa, su popularidad ha impulsado el comercio, y un pequeño sector ha logrado vivir del “turismo mapache”, ofreciendo desde recuerdos hasta alimentos para estos animales.
Sin embargo, este fenómeno ha desencadenado un dilema de convivencia en la zona. Las autoridades locales, como la Comisión Estatal para la Protección de Riesgos Sanitarios, han comenzado a tomar medidas, especialmente en lugares como el Mercado Municipal, donde la presencia de los mapaches ha empezado a afectar la salud pública. En 2023, se estimó que había entre mil 200 y mil 500 mapaches solo en Playa Miramar, y las intervenciones aún no logran controlar su número.
Los videos de mapaches robando celulares y haciéndose populares en las redes sociales han reavivado el debate sobre la necesidad de un control poblacional. Desde intentos de erradicación hasta llamados a convivir de manera pacífica, la presencia de estos animales ha dividido a la comunidad, mientras los turistas continúan alimentándolos, quizás sin entender las repercusiones a largo plazo.
A pesar de su pequeño tamaño y su apariencia simpática, los mapaches han conseguido adaptarse a un entorno que ya no es el suyo. En esta nueva era de interacción entre el ser humano y la fauna urbana, los mapaches de Tamaulipas son un símbolo de la coexistencia forzada: entre la belleza natural, el caos urbano y la creciente conciencia de lo que significa vivir en un mundo donde la naturaleza se adapta a la ciudad, pero sin pedir permiso.
Así, los mapaches seguirán siendo una curiosa parte del paisaje tamaulipeco, un recordatorio de la fragilidad de los límites entre lo urbano y lo salvaje.
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