Por: Clemencia Licona Manzur
Imagina tres escenarios: en el primero, cada vez que sales del bar con karaoke o música en vivo, los oídos te zumban. Dicho zumbido, normalmente desaparece uno o dos días después, sin embargo, un buen día te das cuenta de que sigue ahí, no te deja concentrarte, dormir y escuchar bien a los demás. En el segundo, tienes 35 años, en teoría, el mejor momento de tu vida, sin embargo, no tienes trabajo o pareja, además, tus amigos te invitan cada vez menos a salir: no tiene caso, es por demás intentar tener una conversación a gritos y gestos contigo. En el tercer escenario, tienes más de 60 años, esa edad en la que pensabas ibas a disfrutar de lo que habías construido, sin embargo, no puedes oír a tu familia o amigos, cada vez te tienen menos paciencia, algunos se alejan de ti.
En todos los escenarios que imaginaste, tienes una disminución de la capacidad auditiva (o pérdida auditiva), aunque en diferentes grados, porque ésta va desde leve, hasta total, o lo que conocemos como sordera. ¿Te parecen casos extremos? ¿Algo qué a ti no podría pasarte? —¡Eso crees!—.
La disminución de la capacidad auditiva y sus consecuencias
La salud de los oídos depende de varios factores genéticos, biológicos, psicosociales y ambientales que pueden, ya sea protegerlos u ocasionar pérdida de la audición. En general, los factores que pueden afectar a los oídos incluyen:
- En el periodo alrededor del nacimiento, la genética, las infecciones intrauterinas, la falta de oxígeno al nacer, casos extremos de ictericia, el peso bajo al nacer.
- En la infancia y adolescencia, las infecciones del oído medio, la meningitis y otras infecciones virales comunes a esa etapa.
- En la edad adulta, la otoesclerosis (depósitos de hueso en el interior del oído), la exposición al humo de tabaco, la degeneración por la vejez. Además, se investiga si también la hipertensión, diabetes y exceso de grasa abdominal pueden estar relacionados con la pérdida auditiva.
- A lo largo de la vida, la formación de tapones ocasionados por exceso de cerumen, golpes en la cabeza o el oído, ruido fuerte y constante, sonidos intensos (p. ej. estruendos pirotécnicos), sustancias tóxicas para el oído (como medicamentos o químicos ocupacionales), carencias nutricionales (de vitamina A, zinc y hierro), infecciones virales y otras afecciones del oído.
De acuerdo con la Organización Mundial para la Salud (OMS), en todo el mundo, más de 1500 millones de personas tendrán algún tipo de disminución de la capacidad auditiva a lo largo de su vida. Así mismo, la OMS estima que más de 1000 millones de adolescentes y jóvenes se exponen al riesgo de sufrir una pérdida auditiva permanente, a menudo sin saberlo, por escuchar música a altos volúmenes durante períodos prolongados.
Si no se atiende, la disminución de la capacidad auditiva puede afectar muchos aspectos de la vida: la adquisición del lenguaje y el habla, la capacidad de aprender, la comunicación, el empleo, la salud mental y las relaciones interpersonales. La pérdida auditiva puede resultar en una autoestima baja, además, a menudo se acompaña de estigmatización y tiene graves repercusiones en las familias de quienes la padecen. En general, los tratamientos disponibles son caros y la mayoría de las personas no tienen acceso a ellos, por lo que no siempre hay mejoría.
Sin duda, la disminución de la capacidad auditiva crea problemas económicos a los individuos y a los sistemas de salud. Encima, nuestra sociedad no está acostumbrada a integrar totalmente a gentes con capacidad auditiva disminuida, por lo que las oportunidades de trabajo y recreación son pocas. Al final, la pérdida de audición puede resultar en un mundo solitario.
El ruido en entornos recreativos y la disminución de la audición
Evidentemente hay muchos factores involucrados, aunque quiero abordar uno particularmente preocupante en México, país de magníficas celebraciones: el ruido causado en los entornos recreativos. Dicho ruido es especialmente fuerte en algunos estados, por ejemplo, Veracruz. No sé si porque gusta el volumen alto, o porque los gestores de lugares de recreación ya tienen pérdida auditiva y necesitan de volúmenes más altos (imponiéndolos a gente con audición normal).
Según los expertos, el escuchar música a gran volumen por mucho tiempo, a través de dispositivos de audio personales o en entornos recreativos muy ruidosos (como bares, restaurantes, antros o festivales) aumenta el riesgo de disminución de la audición y provoca un deterioro en ella.
Aparentemente, las personas que utilizan constantemente dispositivos de audio portátiles pueden exponerse en 15 minutos de música a 100 decibeles (dB) al mismo nivel de sonido que el que recibiría un trabajador industrial en una jornada de 8 horas a 85 dB. ¿Te das cuenta? ¡Quince minutos de música podrían equivaler a la exposición de un día de trabajo en un ambiente ruidoso! Esto es alarmante, porque los límites de volumen de un oyente de música típico se sitúan entre los 75 dB y 105 dB.
Los jóvenes y los que frecuentan lugares ruidosos, en riesgo
La OMS estima que más del 50 porciento de las personas de entre 12 y 35 años escuchan música a través de sus dispositivos de audio personales a un volumen que supone un riesgo para su audición. También reporta que casi el 40 porciento de las personas que acuden con frecuencia a lugares de entretenimiento, corren el riesgo de perder la audición, es decir, por cada 5 personas que van a lugares ruidosos, al menos 2 están en riesgo de perder la audición. ¿A quiénes de tu grupo les tocará?
¿Cómo se manifiesta el daño a los oídos relacionado con el ruido?
A menudo, el daño a los oídos causado por el ruido excesivo empieza manifestándose como dificultad para comprender el habla de otros en un entorno ruidoso. Además, la exposición al ruido se asocia habitualmente con el zumbido de oídos y el fenómeno conocido como “pérdida auditiva oculta”.
El zumbido de oídos (tinnitus o acúfeno) suele ser consecuencia de la exposición al ruido (aunque también puede tener otras causas) y puede manifestarse junto con una pérdida de la audición evidente, o en su ausencia. De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, la prevalencia del zumbido de oídos en la población general oscila entre el 5 y 43 porciento.
Cuando una persona tiene una pérdida auditiva oculta, ésta presenta los síntomas comunes del daño causado por el ruido (p. ej., dificultad para percibir los sonidos, zumbido de oídos y sensibilidad a ciertos sonidos), pero el daño no se detecta en las pruebas comunes para evaluar el estado de los oídos. Este trastorno se produce mucho antes de que se dañen permanentemente las células involucradas en la audición. Es probable que muchas personas sufran pérdida auditiva oculta y que ocurra en grupos de menor edad, por el aumento en la exposición al ruido recreativo.
Por otra parte, los investigadores proponen que los cambios en audición causados por la exposición al ruido —incluso en las primeras etapas de la vida—, hacen que los oídos sean mucho más vulnerables al envejecimiento y aceleren la pérdida auditiva relacionada con la edad. Además, independientemente de cómo se manifieste, mientras continúe la exposición al ruido, el daño auditivo irreversible avanza de manera imparable.
Así mismo, está comprobado que cuanto mayor es la exposición al ruido (tanto en términos de volumen, como de tiempo), más grande es el efecto. ¡Imagina a las personas que viven alrededor de lugares que tocan música a volúmenes altos por entre 8 y 12 horas seguidas! Encima, dichas personas tienen que subir también el volumen de sus aparatos para poder escuchar otras cosas, afectando más sus oídos. ¿Y qué pasa con los niños que usan los audífonos a volúmenes más altos para evitar oír la música de otros? ¿Y los trabajadores de los bares y restaurantes? ¿Quién pagará en algunos años por las operaciones, aparatos o implantes para intentar recuperar la audición perdida? ¿Quién mantendrá a los qué no obtengan trabajo por una discapacidad que podían haber evitado?
Regala un descanso a tus oídos y a los de otros
En este periodo navideño, regálale un descanso a tus oídos, bájale a tu volumen (tanto de audífonos, como de bocinas), no escojas sitios con música muy alta, no uses fuegos artificiales ruidosos cerca de ti o de otros. Por favor, no pongas música a un volumen que también oigan tus vecinos, porque entonces ellos tienen que subirle más a la suya. Si eres dueño de un lugar que toca música, por tu bien, el de tus clientes, el de tus trabajadores y el de los vecinos que te rodean, baja tu volumen a los 55-50 dB (en zonas residenciales y mixtas) y 68-65 dB (en zonas exclusivamente comerciales) establecidos por la Norma Mexicana; los puedes medir con una aplicación en tu celular. Cuidémonos entre todos.
Felices, divertidas y saludables posadas, te deseo que puedas conversar con tu familia y amigos por siempre y por supuesto, también dentro de restaurantes y bares. Por último, no te olvides de los animales, a ellos el ruido —que tiene muchos más efectos que la disminución de la capacidad auditiva—, también les afecta.
Fuentes:
1. Adaptado del Informe mundial sobre la audición. Washington, D.C.: Organización Panamericana de la Salud; 2021, https://iris.paho.org/handle/10665.2/55067. Nota: las opiniones del autor expresadas en esta adaptación son responsabilidad exclusiva del autor y no representan necesariamente los criterios de la OPS.
2. Norma oficial mexicana, NOM-081-SEMARNAT-1994, última modificación, https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5324105&fecha=03/12/2013#gsc.tab=0