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París.- La fe en la Virgen de Guadalupe, símbolo espiritual y cultural de México, trasciende fronteras. Desde 1949, la catedral de Notre Dame, en París, alberga una capilla dedicada a la Morena del Tepeyac, que ha recibido a fieles de todo el mundo.
La capilla guadalupana en Notre Dame tiene una rica historia que comenzó en 1938, cuando el episcopado mexicano solicitó al Papa Pío XII autorización para coronar a la Virgen de Guadalupe en la catedral parisina. Aunque el pontífice aprobó la petición, el estallido de la Segunda Guerra Mundial retrasó el proyecto.
Tras el fin del conflicto, la coronación tuvo lugar el 26 de abril de 1949, en una ceremonia a la que asistieron jerarcas franceses y mexicanos, diplomáticos y Giovanni Roncalli, quien más tarde sería el Papa Juan XXIII. La imagen, elaborada en la fábrica de mosaicos del Vaticano, fue bendecida por el Papa Pío XII antes de ser enviada a Francia.
La réplica de la Virgen de Guadalupe en Notre Dame porta una corona de oro de 18 quilates adornada con perlas y esmeraldas, obra de la prestigiosa casa de joyería francesa Mellerio, fundada en 1613. En 2013, se agregó a la capilla una imagen de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el vidente de las apariciones guadalupanas en el cerro del Tepeyac.
Además, la capilla integra otras devociones latinoamericanas, como el Señor de los Milagros de Perú, Nuestra Señora de Coromoto de Venezuela y Nuestra Señora de Luján de Argentina, reflejando la riqueza espiritual de la región.
Antes del incendio que afectó a Notre Dame en 2019, la capilla de la Virgen de Guadalupe era uno de los sitios más visitados del recinto. Afortunadamente, este espacio no sufrió daños durante el siniestro, preservando un lugar que simboliza la conexión entre México, América Latina y Francia a través de la fe.
Hoy, la capilla sigue siendo un emblema de esperanza, unidad y devoción que conecta a creyentes de diferentes culturas en una misma espiritualidad.