La situación en Siria se ha vuelto crítica. En un avance fulminante, el grupo insurgente Hayat Tahrir al-Sham (HTS), conocido por liderar los ataques rebeldes en los últimos días, ha alcanzado la capital, Damasco, tras semanas de intensos combates en todo el país. Los rebeldes han tomado el control de la radio y la televisión pública, y aseguran haber liberado la ciudad, con la sorprendente noticia de que el presidente Bashar al-Assad habría abandonado el país.
Este giro inesperado ocurre tras días de victorias para las fuerzas rebeldes, que en tan solo una semana han conquistado Alepo, Hama, Deraa y Homs, claves para el control del país. Este sábado, tras la toma de Homs, Damasco parece estar bajo su dominio. Videos de combatientes rebeldes celebrando en las calles y ciudadanos destruyendo estatuas del régimen confirman el avance, mientras la capital siria se ve envuelta en el caos. Según fuentes locales, las calles de la ciudad estaban vacías, los comercios cerrados y los habitantes se apresuraban a huir.
Mientras los insurgentes celebran su victoria, han logrado liberar a los prisioneros de la infame prisión de Sednaya, un lugar conocido por su brutalidad. Amnistía Internacional lo describió en 2017 como un “matadero humano”, donde miles de opositores fueron torturados y ejecutados. En las redes sociales, también se han viralizado videos de personas destrozando símbolos del régimen, como una estatua de Hafez al-Assad, el padre del presidente actual.
Por su parte, las fuerzas kurdas han tomado el control del este del país, mientras las facciones rebeldes en el sur han conseguido la rendición de Deraa en tiempo récord. La situación es cada vez más incontrolable, y los esfuerzos de la comunidad internacional por mediar parecen estar desmoronándose. Geir Pederson, enviado especial de la ONU, advirtió sobre la posibilidad de una solución negociada, pero también sobre los peligros de una mayor escalada.
El apoyo al régimen de Al Assad, que ha sido crucial en el pasado, ha comenzado a desvanecerse. Hezbolá, Irán y Rusia, principales aliados de Siria, parecen estar perdiendo influencia, y el ejército sirio, exhausto y desmoralizado, no ha podido detener el avance rebelde. Algunos informes sugieren que alrededor de 2.000 soldados sirios han desertado, incluso cruzando a Irak.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con creciente preocupación. Varios países occidentales han recomendado a sus ciudadanos que abandonen Siria, mientras que el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, dejó claro que su país no tiene intención de involucrarse en este conflicto. “Esta no es nuestra lucha”, escribió en X.
El futuro de Siria es incierto. Mientras los rebeldes ganan terreno, millones de sirios, que han luchado por años contra un régimen autoritario, sienten que este podría ser el momento decisivo. Las imágenes de una ciudad celebrando la caída de un régimen opresivo se mezclan con el miedo al futuro, y la pregunta ahora es: ¿qué vendrá después de la caída de Damasco?