En un desgarrador episodio de violencia, Thalía “N”, una joven madre, se encuentra entre la vida y la muerte después de ser atacada a balazos en un restaurante de la Ciudad de México. El atentado ocurrió tras una audiencia penal en la que un juez dictaminó que ella podría convivir con su hijo de 8 años, quien actualmente está bajo la custodia de su padre, presunto autor del ataque.
El pasado 2 de noviembre marcó un día crucial en la lucha de Thalía por recuperar a su hijo, un camino lleno de obstáculos tras haber denunciado ser víctima de violencia psicológica, emocional, económica, sexual y vicaria por parte de su expareja, un militar. Según la Organización No Gubernamental (ONG) que acompaña el caso, Thalía celebraba con su abogado el paso hacia la justicia cuando fue sorprendida y atacada.
“Su hígado y páncreas están destrozados en un 80%. Hoy, lucha por su vida en terapia intensiva, aferrándose al amor por su hijo”, señaló el Frente Nacional Mujeres, quien ha alzado la voz para exigir justicia y protección para la víctima.
El ataque ha provocado indignación y un fuerte llamado a las autoridades por parte de organizaciones feministas y de derechos humanos. “Estamos llenas de dolor e impotencia. Las autoridades no hicieron nada para detener a un agresor armado, de alta peligrosidad”, lamentó el Frente Nacional Mujeres, que también exige medidas urgentes para garantizar la seguridad de Thalía y su hijo.
Este caso refleja una dolorosa realidad de muchas mujeres que enfrentan violencia extrema en su búsqueda de justicia y protección. La historia de Thalía pone sobre la mesa la urgente necesidad de reforzar los sistemas de prevención y respuesta para proteger a las víctimas de violencia de género.
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