De la Redacción
El Buen Tono
Xalapa.- A cuatro días de irse, el gobierno de Cuitláhuac García y su fiscal demuestran que la corrupción no tiene límites: Miguel Ángel Yunes Márquez, senador y pieza clave de los pactos más sucios de Morena, ha sido absuelto de sus delitos en un descarado acto de complicidad política.
El juez Óscar Luis Lozada Hernández, siguiendo el guión escrito desde las cúpulas, canceló la orden de aprehensión contra Yunes Márquez. Pero la podredumbre no para ahí: la Fiscalía General de la República también retiró la solicitud de extradición que había solicitado al gobierno de Estados Unidos.
¿El mensaje? Los acuerdos en lo oscurito entre el gobierno saliente de Veracruz y la corrupta dinastía Yunes, han triunfado sobre la justicia.
El gobernador saliente, quien se vanagloriaba de combatir la impunidad, termina su mandato como un vulgar cómplice de los peores enemigos del pueblo. Perdonar a Miguel Ángel Yunes Márquez, acusado de falsificación de documentos, fraude procesal y mentiras ante la autoridad, no es sólo una traición, es una puñalada al corazón de los veracruzanos que confiaron en Morena para acabar con el cáncer de la corrupción.
¿A cambio de qué? La respuesta es evidente: Yunes Márquez fue pieza clave en septiembre pasado para que Morena y sus aliados avalaran la reforma judicial, destruyendo la independencia de los poderes y consolidando el autoritarismo. Cuitláhuac no perdonó a Yunes por ignorancia o ingenuidad, lo hizo por un pacto político que lo convierte en el protector de quienes juró combatir.
Chiquiyunes y su familia son el emblema del saqueo y la corrupción en Veracruz. Su padre, Miguel Ángel Yunes Linares, enfrenta acusaciones por desfalcos millonarios en proyectos de videovigilancia, actos de corrupción y pederastia; su hermano, Fernando Yunes Márquez, está bajo investigación por delitos electorales.
Y ahora, el propio “senador enfermo”, quien en 2021 fue acusado de manipular documentos para contender ilegalmente por la alcaldía de Veracruz, queda exonerado en un pacto que huele a podrido. ¡Esa es la verdadera 4T!