AGENCIA
Reynosa, Tamaulipas.- María Teresa Molina, directora del colectivo “Buscando tus Pasos A.C.”, lleva más de una década buscando a su hijo, Daniel Alejandro Clemente Molina, quien desapareció en 2012 junto a otros cuatro jóvenes en un secuestro que marcó su vida. Desde entonces, su incansable búsqueda se ha convertido en un símbolo de lucha por justicia y verdad para miles de familias que enfrentan tragedias similares.
Armadas con varillas para detectar irregularidades en el terreno y una sensibilidad adquirida para identificar restos humanos, Teresa y otras madres buscadoras recorren el estado y el país en busca de fosas clandestinas. Estas herramientas forenses improvisadas son el resultado de años de dolor y aprendizaje en medio de la indiferencia oficial.
“El número de desaparecidos no disminuye, sigue creciendo. ¿Dónde está el apoyo del gobierno para nosotros?”, cuestiona Teresa, señalando la falta de respaldo de las autoridades para los colectivos dedicados a la búsqueda de personas desaparecidas.
Durante sus expediciones, estas madres enfrentan una dualidad desgarradora: si encuentran a sus seres queridos, confirman su muerte; si no, la incertidumbre persiste. Sin embargo, Teresa encontró recientemente un rayo de esperanza: localizó a un joven desaparecido durante 12 años, quien había sido secuestrado en Tijuana y reapareció en Monterrey. Este caso alimenta la fe de que sus hijos e hijas podrían estar vivos en algún lugar.
Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), en mayo de 2024 había 48 mil 870 personas no localizadas en México. Aunque la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que muchas personas habían regresado a sus hogares sin notificarlo, la cifra inicial de 126 mil desaparecidos reportada en 2023 fue objeto de controversia.
El último censo reveló que 20 mil 193 personas previamente reportadas como desaparecidas fueron localizadas, algunas en centros de reclusión. A pesar de ello, los colectivos aseguran que las cifras oficiales no reflejan la magnitud de la crisis ni el dolor de las familias afectadas.
La búsqueda de Daniel y de miles de personas más sigue siendo una herida abierta en México. Desde Reynosa hasta Altamira, los colectivos de madres buscadoras continúan trabajando, muchas veces en soledad, desafiando la falta de recursos y el desinterés gubernamental.
Para ellas, cada expedición es una oportunidad para encontrar respuestas y seguir alzando la voz por quienes no están. Teresa y su colectivo no solo buscan a los desaparecidos, sino también que la sociedad y las autoridades no olviden la deuda pendiente con miles de familias mexicanas.