En un giro significativo en la política exterior de Estados Unidos, la administración de Joe Biden ha decidido levantar las restricciones que impedían a Ucrania utilizar armas suministradas por EE.UU. para atacar en territorio ruso. Esta decisión, que ha sido confirmada por tres fuentes cercanas al asunto, representa un cambio clave en la estrategia de apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia.
Según las fuentes, Ucrania planea llevar a cabo sus primeros ataques de largo alcance en los próximos días, aunque los detalles específicos se mantienen en secreto debido a preocupaciones de seguridad operativa. A pesar de que la Casa Blanca ha declinado hacer comentarios, este ajuste en la política se da en un contexto de tensiones crecientes en el conflicto.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, había solicitado durante meses el permiso para utilizar los poderosos cohetes ATACMS, que cuentan con un alcance de hasta 306 kilómetros, para atacar objetivos militares rusos más allá de la frontera ucraniana. Este cambio se produce en un momento clave, ya que Rusia ha desplegado tropas terrestres norcoreanas para reforzar sus líneas, lo que ha generado alarma tanto en Washington como en Kiev.
Aunque algunos funcionarios estadounidenses han expresado dudas sobre el impacto de los ataques de largo alcance en el curso general de la guerra, la medida podría ofrecer a Ucrania una ventaja en un momento en que las fuerzas rusas están ganando terreno. Además, podría situar a Kiev en una posición más favorable en caso de que se inicien conversaciones de alto el fuego.
En un giro interesante, la decisión llega poco más de dos meses antes de que Donald Trump asuma la presidencia de EE.UU., lo que genera incertidumbre sobre si el republicano revocará la medida. Trump ha sido crítico de la magnitud del apoyo militar y financiero estadounidense a Ucrania, prometiendo terminar rápidamente la guerra, aunque sin detallar un plan claro.
Por otro lado, algunos congresistas republicanos han respaldado la flexibilización de las restricciones, presionando a Biden para que permita a Ucrania un uso más amplio de las armas estadounidenses en su lucha contra Rusia. No obstante, Rusia ha advertido que cualquier movimiento en este sentido sería considerado una escalada significativa en el conflicto.
Este cambio en la política de EE.UU. marca un nuevo capítulo en el apoyo a Ucrania y podría alterar el rumbo de la guerra en el este de Europa, con consecuencias aún impredecibles para el futuro cercano.