AGENCIA
Martínez de La Torre, Ver.- En Veracruz, la producción de naranja enfrenta una severa crisis debido a plagas como el huanglongbing (HLB) y la corrupción en la distribución de plantas no certificadas, afectando a miles de citricultores y provocando la pérdida de al menos 100 mil hectáreas de huertas en los últimos seis años.
La enfermedad del huanglongbing ha devastado nuevas plantaciones, con árboles que mueren completamente en tres años. Según Juan Antonio Soberón Ferrer, presidente del Consejo Estatal Citrícola, las irregularidades en programas gubernamentales, como Sembrando Vida, contribuyeron a esta catástrofe.
“El problema radica en que entregaron plantas infectadas, simulando que eran certificadas y clonando números de garantía. Las compraban en viveros de carretera a bajo costo, entre 12 y 15 pesos, pero las facturaban hasta en 40 pesos. Esto no solo afectó a Veracruz, sino también a estados como Oaxaca, Tabasco y Chiapas”, denunció Soberón.
De las 250 mil hectáreas que Veracruz tenía destinadas a la producción de naranja, solo 200 mil siguen activas, pero la mitad ya no produce más de 10 o 12 toneladas por hectárea. Además, la escasez ha llevado al aumento del precio del kilo de naranja, que ahora oscila entre 30 y 40 pesos.
En paralelo, pequeños productores han perdido terreno frente a los grandes, quienes tienen mayores recursos para combatir las plagas y mantener huertas saludables. Según Mario González, productor local, muchas huertas han sido reemplazadas por cultivos de limón persa, lo que ha transformado a la región en la “capital del limón persa”.
La falta de recursos y vigilancia por parte del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) permitió la distribución de plantas contaminadas. Además, las importaciones de naranja de Centroamérica, sin control estricto, están desplazando la producción local.
Soberón también advirtió sobre posibles restricciones futuras para la exportación de cítricos a Estados Unidos debido a la proliferación de plagas.
Los pequeños citricultores enfrentan una realidad adversa. El costo de mantener las huertas ha aumentado, con jornaleros que cobran 300 pesos diarios por jornadas limitadas, mientras que los jóvenes prefieren emigrar o depender de apoyos gubernamentales. Algunos productores han recurrido a contratar migrantes por horas para abaratar costos.
“La producción ya no es lo que era antes. Los pequeños productores estamos desapareciendo, y las condiciones de trabajo se han vuelto insostenibles”, concluyó González.
La crisis evidencia la urgente necesidad de reforzar la sanidad vegetal, combatir la corrupción en los programas de apoyo y garantizar condiciones justas para los pequeños agricultores que sostienen el campo mexicano.